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Vista desde la Charpoua
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Petit y Gran Dru desde el col de Montets
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AGOSTO EN CHAMONIX 4
Afiladas palabras, Petit y Grand Dru.
¡Qué placenteros los días de reposo
en Chamonix, agotado y satisfecho tras una buena escalada! Y sin embargo, hoy
me siento un tanto nervioso callejeando por la ciudad, visitando sus tiendas y
librerías. Siento que aunque las vías y los largos van acumulándose, aun no
hemos hecho ninguna actividad de fundamento que merezca este reposo. Me muero
de ganas de subir a la montaña.
Por fin, los temores de Marcos van
disipándose. El azar me junta con mis compañeros en la Maison des Guides. El
tiempo pinta bien, y reservamos dos noches de refugio en la Charpoua.
Desde lo alto del col de Montets el
Petit Dru aparece como una afilada flecha de granito contra el cielo azul.
También es impresionante su visión desde la plaza de Les Praz, donde tomamos un
pote mientras discutimos la estrategia. Es una montaña intimidante y atractiva,
no es de extrañar la fascinación que siempre ha ejercido sobre la pequeña
comunidad de escaladores.
Sucesivos desprendimientos han
golpeado duramente la cara Oeste del Dru, llevándose consigo entre otras vías
al Pilar Bonatti, así como las esperanzas que algún día tuve de repetir esta
vía que hace tanto Juan escaló con Sherpa y Txingu. Pero el Dru tiene más
vertientes y vías para ofrecer. Está la Norte, una de las seis prestigiosas y
codiciadas caras norte alpinas de Rebuffat, pero debido al calentamiento global
el peligro de caída de piedras en verano la ha transformado más bien en una vía
a escalar en otoño e invierno, cuando el hielo y el frío limitan los desprendimientos.
Pero entonces se trata de una vía de mixto, y eso es otro tema.
Nuestra idea es realizar la travesía
de los Drus, ascendiendo al Petit Dru (3733 m) por la vía original, y luego
pasando al Grand Dru (3754 m) por la vía de la” Z”. Se trata también de una
gran clásica, la número 40 de las “100 mejores”, un recorrido de envergadura,
pero sin llegar a ser extremo, y por lo tanto bastante abordable. Pero no dejan
de ser 700 m de escalada por terreno no muy definido, cuyo horario oscila entre
las 7 h de los muy rápidos a las 20 h de los lentorros.
Y luego está la cara Sur, un paredón
de 700-800 m surcado por varias vías de V sup clásico, con secciones muy pero
que muy verticales. Hace tres años los guías equiparon una bajada con rappeles
por esta muralla. Son en total 17 rappeles equipados con químicos y plaquetas
reflectantes para localizarlos en la oscuridad. Sinceramente, lo que más me
preocupa de la actividad es esta bajada. Demasiados rappeles por terreno
desconocido, con la posibilidad siempre presente del atasco de cuerdas. En fin,
ya veremos.
Hay distintas formas de plantearnos
la escalada. En lugar de ir al refugio, podríamos subir material de vivac.
Podríamos vivaquear justo antes de las dificultades, o bien entrar en la vía
sin prisas y vivaquear en ella, parece haber buenos emplazamientos. Podríamos
escalar con pies de gato, o con las botas de trekking, como parece ser
costumbre entre los guías. Observando la foto de los rappeles, da la impresión
que el último de ellos nos deja justo en la terraza al borde del glaciar… En
ese caso, podríamos dejar allí botas, bastones, crampones y piolets, incluso
alguna mochila. Podríamos plantearnos escalar sin apenas peso, con pies de
gato, y dos mochilas ligeras para ropa, agua y barras energéticas…
Así que finalmente nos decidimos por
un estilo ligero, con la idea de escalar y bajar de la pared en el día.
Llevaremos 10 expreses, un juego de tótems hasta el camelot 4 con algún número
repe, bastantes cintas y unos pocos fisus. Nos olvidamos del saco y el
aislante, iremos al refugio. Pasamos de polainas, y llevamos un único piolet.
Además de los gatos, llevo botas de trekking y crampones articulados.
Cuando me echo a los hombros la
mochila en Montenvers, no parece pesada. Pero aun así, la subida a la Charpoua
se hará larga, 5 horas. La excursión por la Mer de Glace es más amena que otras
veces, pues los neveros en altura siguen resplandecientes tras la nevada. En un
momento dado nos cruzamos con Simon Elías, viejo amigo de Papila, que baja de
la montaña con clientes. Parece ser que últimamente se dedica más a buscar
cristales que a guiar, y al parecer le va bastante bien.
Vuelvo a encaramarme por la larga
sucesión de escaleras que conduce de la Mer de Glace a los refugios de
Couvercle y Charpoua. Una vez superada la pulida muralla que el retroceso
glaciar ha dejado al descubierto, y que parece crecer año tras año, flanqueamos
a la izquierda por pedreras y herbazales, para acometer la última subida a la
Charpoua, donde de nuevo aparecen los hierros.
Y al fin llegamos a la Charpoua
(2841 m). Un pequeño refugio de madera y olor a alpinismo antiguo y venerable.
Un limitado oasis de humanidad en un paraje salvaje, un sobrecogedor circo
glaciar rodeado de afiladas agujas y paredes de granito oscuro.
Buscando donde llenar la cantimplora
(en el refugio cobran el agua a 2,5 €/l) nos acercamos hasta la base del
glaciar. La travesía del mismo se ve sencilla, sin seracs amenazantes ni
grandes grietas. No parece presentar problemas. Visualizamos también la trepada
hasta la arista de Flammes de Pierre, donde comienza la vía. Se ve bastante
evidente.
Cenamos en el refugio. Ha sido
rehabilitado esta misma temporada, manteniendo las dimensiones y materiales del
original, pero mejorando el aislamiento. Apenas hay 12 plazas. Estamos 7 u 8
personas, aparte la guardesa, su pareja y sus dos hijos, uno apenas un bebe, y
el otro de dos o tres añitos. Todo alrededor de la cabaña, hay redes instaladas
para que los críos no se partan la crisma…
Ponemos el despertador a las cuatro
de la mañana.
Patxi Aiaratik
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Asoman los Drus
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A la izqda el Petit, a la dcha el Grand
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Un pequeño refu de 12 plazas
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Atardecer en la Charpoua
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El glaciar pinta bien
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