miércoles, 17 de abril de 2024

AGOSTO EN CHAMONIX 4 Afiladas palabras, Petit y Grand Dru.

 

 

Vista desde la Charpoua

Petit y Gran Dru desde el col de Montets

AGOSTO EN CHAMONIX 4

 Afiladas palabras, Petit y Grand Dru.

¡Qué placenteros los días de reposo en Chamonix, agotado y satisfecho tras una buena escalada! Y sin embargo, hoy me siento un tanto nervioso callejeando por la ciudad, visitando sus tiendas y librerías. Siento que aunque las vías y los largos van acumulándose, aun no hemos hecho ninguna actividad de fundamento que merezca este reposo. Me muero de ganas de subir a la montaña.

Por fin, los temores de Marcos van disipándose. El azar me junta con mis compañeros en la Maison des Guides. El tiempo pinta bien, y reservamos dos noches de refugio en la Charpoua.

Desde lo alto del col de Montets el Petit Dru aparece como una afilada flecha de granito contra el cielo azul. También es impresionante su visión desde la plaza de Les Praz, donde tomamos un pote mientras discutimos la estrategia. Es una montaña intimidante y atractiva, no es de extrañar la fascinación que siempre ha ejercido sobre la pequeña comunidad de escaladores.

Sucesivos desprendimientos han golpeado duramente la cara Oeste del Dru, llevándose consigo entre otras vías al Pilar Bonatti, así como las esperanzas que algún día tuve de repetir esta vía que hace tanto Juan escaló con Sherpa y Txingu. Pero el Dru tiene más vertientes y vías para ofrecer. Está la Norte, una de las seis prestigiosas y codiciadas caras norte alpinas de Rebuffat, pero debido al calentamiento global el peligro de caída de piedras en verano la ha transformado más bien en una vía a escalar en otoño e invierno, cuando el hielo y el frío limitan los desprendimientos. Pero entonces se trata de una vía de mixto, y eso es otro tema.

Nuestra idea es realizar la travesía de los Drus, ascendiendo al Petit Dru (3733 m) por la vía original, y luego pasando al Grand Dru (3754 m) por la vía de la” Z”. Se trata también de una gran clásica, la número 40 de las “100 mejores”, un recorrido de envergadura, pero sin llegar a ser extremo, y por lo tanto bastante abordable. Pero no dejan de ser 700 m de escalada por terreno no muy definido, cuyo horario oscila entre las 7 h de los muy rápidos a las 20 h de los lentorros.

Y luego está la cara Sur, un paredón de 700-800 m surcado por varias vías de V sup clásico, con secciones muy pero que muy verticales. Hace tres años los guías equiparon una bajada con rappeles por esta muralla. Son en total 17 rappeles equipados con químicos y plaquetas reflectantes para localizarlos en la oscuridad. Sinceramente, lo que más me preocupa de la actividad es esta bajada. Demasiados rappeles por terreno desconocido, con la posibilidad siempre presente del atasco de cuerdas. En fin, ya veremos.

Hay distintas formas de plantearnos la escalada. En lugar de ir al refugio, podríamos subir material de vivac. Podríamos vivaquear justo antes de las dificultades, o bien entrar en la vía sin prisas y vivaquear en ella, parece haber buenos emplazamientos. Podríamos escalar con pies de gato, o con las botas de trekking, como parece ser costumbre entre los guías. Observando la foto de los rappeles, da la impresión que el último de ellos nos deja justo en la terraza al borde del glaciar… En ese caso, podríamos dejar allí botas, bastones, crampones y piolets, incluso alguna mochila. Podríamos plantearnos escalar sin apenas peso, con pies de gato, y dos mochilas ligeras para ropa, agua y barras energéticas…

Así que finalmente nos decidimos por un estilo ligero, con la idea de escalar y bajar de la pared en el día. Llevaremos 10 expreses, un juego de tótems hasta el camelot 4 con algún número repe, bastantes cintas y unos pocos fisus. Nos olvidamos del saco y el aislante, iremos al refugio. Pasamos de polainas, y llevamos un único piolet. Además de los gatos, llevo botas de trekking y crampones articulados.

Cuando me echo a los hombros la mochila en Montenvers, no parece pesada. Pero aun así, la subida a la Charpoua se hará larga, 5 horas. La excursión por la Mer de Glace es más amena que otras veces, pues los neveros en altura siguen resplandecientes tras la nevada. En un momento dado nos cruzamos con Simon Elías, viejo amigo de Papila, que baja de la montaña con clientes. Parece ser que últimamente se dedica más a buscar cristales que a guiar, y al parecer le va bastante bien.

Vuelvo a encaramarme por la larga sucesión de escaleras que conduce de la Mer de Glace a los refugios de Couvercle y Charpoua. Una vez superada la pulida muralla que el retroceso glaciar ha dejado al descubierto, y que parece crecer año tras año, flanqueamos a la izquierda por pedreras y herbazales, para acometer la última subida a la Charpoua, donde de nuevo aparecen los hierros.

Y al fin llegamos a la Charpoua (2841 m). Un pequeño refugio de madera y olor a alpinismo antiguo y venerable. Un limitado oasis de humanidad en un paraje salvaje, un sobrecogedor circo glaciar rodeado de afiladas agujas y paredes de granito oscuro.

Buscando donde llenar la cantimplora (en el refugio cobran el agua a 2,5 €/l) nos acercamos hasta la base del glaciar. La travesía del mismo se ve sencilla, sin seracs amenazantes ni grandes grietas. No parece presentar problemas. Visualizamos también la trepada hasta la arista de Flammes de Pierre, donde comienza la vía. Se ve bastante evidente.

Cenamos en el refugio. Ha sido rehabilitado esta misma temporada, manteniendo las dimensiones y materiales del original, pero mejorando el aislamiento. Apenas hay 12 plazas. Estamos 7 u 8 personas, aparte la guardesa, su pareja y sus dos hijos, uno apenas un bebe, y el otro de dos o tres añitos. Todo alrededor de la cabaña, hay redes instaladas para que los críos no se partan la crisma…

Ponemos el despertador a las cuatro de la mañana.

Patxi Aiaratik




Asoman los Drus

 

A la izqda el Petit, a la dcha el Grand

Un pequeño refu de 12 plazas



Atardecer en la Charpoua


El glaciar pinta bien

 



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