miércoles, 7 de diciembre de 2022

PASAR AL OTRO LADO. ENVERS, BIENVENUE A GEORGES v

 

 


UN LARGO Y TÓRRIDO VERANO … 6

Pasar al otro lado, Ref de Envers, julio del 22



 

Al día siguiente, tras la tormenta amanece un día esplendoroso. Ni rastro de chorreras. Nos rodean afiladas agujas de granito de un bello color dorado que ya reciben gozosas los rayos del sol. Al otro lado de la Mer de Glace aun reinan las sombras, pero aquí todo es luz, color y calidez. La temperatura es óptima para escalar. Solo falta que estemos a la altura.

Estamos en Envers, “al otro lado” (eso significa literalmente la palabra) de las Agujas de Chamonix que muestran su vertiente norte a los habitantes del valle. Así que esta vertiente sur está idealmente orientada para la escalada en roca. No es extraño pues que sea uno de los lugares clave para la escalada en altura en este macizo.

La historia de la escalada en Envers es tan antigua como el siglo XX y ha tenido muchos protagonistas, empezando por J. Knubel y G. W. Young y su legendaria ascensión al Grépon por la Mer de Glace en 1911. Hoy en día, la fisura Knubel que a punto estuvo de impedirles la cima es un buen 5c. Pero puestos a destacar un nombre y una época, sin ninguna duda habría que mencionar a Michel Piola y a los primeros años 80 del pasado siglo. En esos años y con distintos compañeros, Piola inició una exploración casi sistemática de la zona y posteriormente de todo el macizo, abriendo las que hoy son las grandes clásicas, e inaugurando así la escalada moderna en el macizo del Mont Blanc.

El planteamiento de Piola era simple, pero a la vez revolucionario. Abrir vías con reuniones equipadas y rapelables que permitan dejar botas, crampones y piolet en la base de la pared. Liberados así del peso de la mochila, nos preocuparemos solo de escalar, al igual que si estuviéramos en el Verdón o en Riglos. Por supuesto, esto posibilitó un aumento en la dificultad. En cuanto al equipamiento, Piola no se corta en meter alguna expansión en tramos de placa sin fisuras, pero deja limpias de ferralla las secciones protegibles con material flotante, fisuras y diedros que suelen ser lo más habitual en granito. En aquella época, además, las expansiones se taladraban a mano, así que el número de seguros fijos suele ser bastante escueto. Dicen las malas lenguas que las vías Piola más modernas ( a partir del 2000) son más llevaderas, en cambio las más antiguas tienen fama de obligadas y duras.

Mientras nos aproximamos a la 1ª Aguja de Nantillons, voy rumiando estas cosas, y mi ánimo oscila entre el entusiasmo al contemplar tanta belleza, la impaciencia por comenzar la escalada y una cierta aprensión ante lo que podamos encontrar. El caos morrénico de ayer está muy por debajo nuestro, aquí nos rodean agujas y torreones color de miel destacando sobre el azul, glaciares de aspecto más saludable, aunque muy agrietados, y algún nevero helado salpicado de grava que nos obliga a poner los crampones.

En una hora o así estamos en la base de nuestra vía, “Bienvenue a Georges V”, abierta por Piola y Strappazzon en 1986. Son las 9h de la mañana, pero ya tenemos una cordada por delante llegando a la 2ª reunión. El primer largo es un 6ª+, que arranca por una fisura y luego se desvía a la derecha con unos pasos en adherencia. Impaciente por saber si daremos la talla me cargo de cacharros, me pongo los guantes de empotrar y le hinco el diente…

Los primeros seis largos de la vía no son demasiado verticales, y las reuniones son cómodas. La escalada no es que sea buena: ¡Es de lo mejor! Fisuras que se protegen a caldo y que exigen cierto oficio, entrecortadas por secciones plaqueras de adherencia que a veces te hacen vacilar… Pero la vía va saliendo en libre, la vamos siguiendo sin mucha dificultad, y además, nuestra cordada de tres va como un tiro. Para cuando llegamos a la amplia terraza de la 6ª reunión (escalando de una tirada los largos 5º y 6º), hemos alcanzado a los austríacos que nos precedían.

Están mirando con cierta desconfianza el muro que nos domina, y dicen que no tienen muy claro por dónde seguir, y que si queremos vayamos nosotros por delante. Mirando el croquis, me da la impresión de que la cosa está clara. Hay que subir la evidente laja que tenemos encima, y luego descender un poco para pasarse a la derecha. De hecho, se ven unos cintajos colgando de un parabolt. El tema es que en este punto la pared se hace más compacta y vertical, presentando un aspecto bastante más intimidante. Estos tres largos serán los más exigentes, tal vez no los más difíciles, pero sí los más severos, los que más nos obligarán a soltar amarras y pasar “al otro lado”.

El 7º largo está graduado como 6ª+, pero con un poco de vista no salen pasos más allá del 6ª. En cambio, no hay que tirar directo de parabolt a parabolt, sino alejarse del primero a la derecha  para volver después hacia el segundo con unos movimientos muy estéticos. Luego sigue una larga sección muy mantenida de 6ª por unos diedritos y fisurillas en las que te vas protegiendo.  No es 6ª+, pero tampoco la típica fisura continua donde protegerse no es problema.

En el 8º largo estaré a punto de volar en lo que para mí es el paso más difícil de la vía, un 6ª de adherencia bien protegido con un parabolt y por lo tanto acerable. El 9º largo, que Piola gradúa solo de 5c, es una bella navegación plaquera uniendo lajas y fisuras discontinuas en un muro muy vertical, protegido por varios parabolts. Un largo que yo diría de 6ª que Axi despacha con toda solvencia.

A partir de la 9ª reunión, la cosa relaja un tanto, y las miradas y sonrisas de mis compañeros muestran ya la alegría que sentimos por estar aquí y ahora, rodeados de tanta belleza, liberados de la incertidumbre y oliendo a cima.

La cima es afilada, una auténtica aguja alpina. Nos regodeamos en la contemplación de la grandiosidad de estos parajes que la luz de la tarde empieza a embellecer una vez más. Se dirían eternos, y sin embargo parecen condenados  a desaparecer. Y por último empezamos a rappelar.

La silueta de los compañeros se recorta contra la Aiguille Verte, ahora teñida por las luces vespertinas. Como de costumbre, me retraso sacando fotos y coincido con los austríacos, ellos también de vuelta sin incidentes. Nos felicitamos mutuamente,  satisfechos por las maravillas de esta escalada y este entorno. En un momento dado me preguntan si en nuestra tierra hay mucho granito, pues se nos veía muy sueltos. Comentario que hincha mi ego ya sobradamente satisfecho hasta hacerme levitar unos cm… Total, llegamos al refugio como en una nube, tan eufóricos al regreso como a la defensiva estábamos a la mañana, yo al menos.

Bienvenue a Georges V, MD sup, 370 m, 12 largos, 6ª+ (6ª obligado)

Patxi Aiaratik

 















































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