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Txingu en Nabot Leon |
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Victor, siesta tras escalar Guy-Anne |
UN LARGO Y TÓRRIDO VERANO … 9
Epílogo sentimental en Plan de l´Aiguille, julio del 22
Una vez más, ofrecemos a los espíritus de la montaña el ritual tantas veces repetido: temprano despertar a la penumbra del amanecer, cuando ya las áureas cimas reciben la caricia de la luz solar, y desayuno potente que nos permita sobrellevar las fatigas de la jornada sin más ayuda que alguna barrita energética.
El desayuno puede ser más o menos silencioso o locuaz en función de lo dormidos que estemos los oficiantes. Si se prevé una escalada especialmente difícil, o peligrosa, cosas ambas bastante distintas aunque a veces relacionadas, a menudo cada uno se recoge en sus pensamientos, temeroso de contagiar sus miedos y dudas al compañero (Qué buena la película “Itzalak”, este año en el Mendifilm, con las dudas y duelos que permanecen en las sombras como protagonistas).
Pero hoy no es el caso. Hace más de veinte años que recorrí la primera parte de la vía a la que nos dirigimos con el bueno de Victor. Se trataba de Nabot Leon, 180 m, V sup/6ª, cinco largos, abierta en 1985 por Piola y Cerdan. La recuerdo bella, gozosa y tranquila, y transmito mi confianza a mis compañeros. La incógnita viene dada por el riesgo de tormenta, que en las últimas previsiones parecía adelantarse.
Si vamos rápido y el cielo da su permiso, seguiríamos otros tres largos de V sup hasta la cima del Pilier Rouge de Blaitière para continuar luego por Osez Josephine, cuatro largos más de V sup/6ª de la cosecha del 2001, Pallandre et Vigier.
Cargados con todo, seguimos la buena senda que nos conduce hacia el NE, hacia la morrena lateral del glaciar de Blatière, para en un momento dado desviarnos y dejar la mayor parte de lastre escondido en un vivac junto al camino que ojeamos ayer. Así aligerados, atravesamos el glaciar aquí totalmente cubierto de grava y pedreras y remontamos la 2ª morrena lateral hasta llegar a las Lames Fontaines, contrafuerte rocoso que sirve de base al Pilar Rojo. A su izquierda según vamos se abre un pequeño circo, gélido y sombrío, donde por fin se ven más nieve y hielo que piedras. Hay una tienda de campaña instalada, y pienso que es difícil encontrar un lugar más inhóspito y descorazonador en estos parajes. A saber, igual lo han elegido queriendo, con vistas a curtirse para alguna expedición… Antaño, eran necesarios piolet y crampones para superar las fuertes rampas de nieve helada que daban acceso a la vira bajo la pared. Ahora, con un poco de cuidado, es posible pasar en zapatillas. No somos nada.
En algo menos de hora y media de aproximación estamos pues en la base del Pilar Rojo, que ofrece una docena de vías de las que unas cuantas, ¡cómo no!, se deben a Michel Piola y compañeros. Teníamos una cordada por delante, y por detrás nos seguían otras dos. Pero por lo pronto, hemos logrado el primer objetivo del día: ser los primeros en la base de nuestra vía, que al ser la más asequible del lugar suele estar bastante solicitada. Aun y todo, nos cuesta bastante visualizar el parabolt que marca el comienzo, y eso que lo teníamos delante. Hoy escalaremos prácticamente todo el día a la sombra, pero con la ola de calor eso no será problema.
Axi toma decidido el liderazgo de la cordada y nos lleva con rapidez y eficiencia hasta lo alto de los cinco largos de Nabot Leon. Un hermoso recorrido encadenando fisuras, diedros, bavaresas y alguna placa. Reuniones equipadas y rappelables y un par de seguros fijos entre medias. Especialmente vistoso el megadiedro del 4º largo, que se supera por la placa de su lienzo izquierdo, tumbado y bastante cómodo (V). Pero tengo que admitir que la vía no me ha parecido el paseo que ingenuamente recordaba, y en algunos pasos hay que currarselo y apretar.
Cambiamos de cabeza de cordada, ya ahora soy yo quien conduce a mis compañeros. En dos largos básicamente por la cresta del pilar (algún paso de V sup) llegamos a su cima. Según ganamos altura el agreste horizonte de agujas y glaciares colgados gana en perspectiva y belleza. Allí están todas: Aig du Midi, du Plan, du Peigne, du Fou… Un larguito más y estamos en el rappel que nos conduce a la base de la vía Osez Josephine. Son las 12:30, hemos tardado cuatro horas y media en recorrer ocho largos y de momento no hay señales de tormenta. Decidimos continuar.
Ahora nos toca seguir una fisura que se veía soberbia desde lo alto del rappel, ideal para empotrar manos. Aunque su arranque echa un poco para atrás, bien protegido por un camelot empotro una mano y enseguida me posiciono adecuadamente. Unos m más arriba el terreno tumba un poco y la dificultad decae, no así la belleza del largo y de la fisura, que continúa limpia hasta la reunión. ¡Un Vsup exaltante!
Los dos largos siguientes también son buenos y estéticos, y no demasiado duros (V sup). Primero unas fisuras y lajas, y después un elegante diedro, también libres de expansiones. Y llegamos así al último largo. Un terreno fácil y escalonado conduce a una placa basante lisa que forma el borde del espolón. Allí se ven, bastante espaciados, cuatro parabolts. ¡Todo un lujazo!
Tendría que haber desconfiado de ese alarde de seguros. Para cuando llego a ellos, la escalada me está pareciendo bastante más dura de lo que marcaba el croquis, más bien 6b que 6ª. La larga cinta que cuelga de una de las chapas me indican que no soy el único que se ha visto obligado a trampear para no caer… Pero finalmente estamos los tres más que contentos en la cima de un marcado gendarme.
Al final, han sido unos 400 m de escalada muy buena y homogénea en el V sup/6ª. Pronto serán las 15:00. Hemos necesitado 7 h para escalar 12 largos. La arista NW de la Aig de Blatière continúa otros 17 largos y 800 m hasta su cima por un terreno más fácil pero mucho más salvaje y comprometido. Pero a lo que a nosotros respecta, es hora de rappelar. Enfrascados en la acción no nos hemos dado cuenta de que el cielo se cubría de nubes que no presagian nada bueno.
Descendemos la primera parte sin mayores problemas salvo un atasco de cuerda que rápidamente Txigu libera. Pero hay que admitir que la línea de rappeles que tomamos para descender del Pilier Rouge (había tres a elegir) es vertical e impresionante, con rappeles a tope de cuerda, de 60 m. Un nuevo atasco que Axi ya ha intuido pone a prueba nuestros nervios, pero afortunadamente logramos recuperar la cuerda. Y por fin, en el último rappel, la tormenta nos alcanza. La lluvia y el granizo mojan rápidamente la pared y empapan nuestras cuerdas, pero no logran empañar la alegría y el alivio que sentimos al estar ya en terreno seguro y haber librado lo peor.
No hay mucho tiempo para celebraciones. Son las 17:00, tenemos hora y media para pescar la última bajada del teleférico. La tormenta se disipa tan rápidamente como llegó, pero nosotros aparecemos en el teleférico a las 18:30. Pero estamos de suerte. Algunos trabajadores del teleférico se preparan para bajar cargados de material, y nosotros con ellos…
Llegados al valle, sabremos que el tiempo se deteriora los próximos días. Es tiempo de volver a casa. Para rematar estos días intensos y gratificantes, nada mejor que una opípara cena regada con buen vino…
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Todos portamos heridas con las que no nos queda otra que aprender a convivir. Con el tiempo, el dolor de la pérdida se transforma, sin dejar de doler se reviste de ropajes hechos de ternura y agradecimiento, y el recuerdo en lugar de lágrimas provoca una sonrisa, y la consciencia del privilegio que fue compartir aventuras con una persona excepcional.
Todos estos días he sentido la presencia de un viejo amigo, que no éramos tres sino cuatro los que nos afanábamos por las montañas. Pues hace veintitantos años recorrí con Víctor estas mismas paredes, sendas y glaciares.
La presencia de algunas personas es tan intensa que incluso su ausencia nos llena. Víctor era de esas personas. Como le gustaba repetir, “¡la aventura es la aventura!”
¡Un abrazo, amigo, allá donde estés!
Patxi Aiaratik
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Victor de camino a Envers |
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Primeros metros en Nabot Leon |
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4º largo, megadiedro |
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Osez Josephine, 1. largo |
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Ultimos metros, 6b? |
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