jueves, 24 de octubre de 2024

El Picu desde el mirador de Bulnes
Subiendo a Pandébano

 

DESPUES DE LOS ANDES… 3

Epílogo y regreso.

Son las 16:00 o así. Se está a gusto en el Jou de los Cabrones, el trato es acogedor y dispone de una pequeña biblioteca. Ayer estuvimos un buen rato leyendo historietas sobre lo que era la vida en Bulnes antes del teleférico. Una vida ruda y aislada, inviernos duros de aislamiento cuando las copiosas nevadas de antaño convertían la garganta del Texu en una trampa avalanchosa, y veranos de incesante labor en los praderíos de Pandébano y Amuesa. Allá por los años 80, contaba el libro, aparecieron los murcianos con idea de abrir vía en Urriello. Y en efecto, al final abrieron unas cuantas, en invierno y en verano, contando siempre con la ayuda y complicidad de la gente de Bulnes. “Bulnes, amigo de los montañeros”.

Se está a gusto en Cabrones, pero quedan demasiadas horas de luz para estarse quietos. ¿Qué hacer? En principio, las previsiones son buenas hasta mañana al anochecer, que será tormentoso. Al igual que el año pasado, traemos un tercer croquis en reserva, esta vez en la cara Este del Picu. Pero para ello tenemos que volver a portear hasta allí, y nos da cierta pereza. Esto de escalar y portear acaba pasando factura. Y pensar que hace tiempo me planteé recorrer así “Carros de Roc”, la versión escaladora de Carros de Foc…

De portear no nos libra nadie, pero ya puestos, es más entretenido hacerlo por terreno desconocido. Le propongo a Juan bajar a Bulnes por la Cuesta del Trave y la Canal de Amuesa. Para Juan es terreno totalmente nuevo, y yo solo conozco una parte. Es buena paliza, y luego habrá que subir hasta Pandébano, pero bueno, ya iremos viendo, siempre podemos vivaquear de camino.

Así que volvemos a reorganizar las mochilas y nos ponemos en marcha. Desde los 2030 m del Jou de los Cabrones, nos esperan 1400 m de bajada hasta los 642 m de Bulnes, a los que hay que añadir los 600 m que ya llevamos descendidos desde Torre Cerredo. No está mal para rematar la jornada.

La primera parte de la ruta es un ligero sube y baja por terreno kárstico y no muy definido. No me extraña que Txingu y yo tuviéramos dudas cuando entre niebla y llovizna aparecimos por aquí a la luz de las frontales en nuestro Anillo de Picos. Hay un par de tramos con cadenas, y el último de ellos  nos deja ya en la Cuesta del Trave, inmensa ladera herbosa que domina las majadas de Amuesa 600 m más abajo. Resulta triste ver toda esta vertiente, antaño desforestada para crear pasto, hoy en día totalmente abandonada: las cabañas desfondadas, y ni una triste cabeza de ganado a la vista.

A 1386 m, el collado de Cima da acceso a la Canal de Amuesa, que desciende directa hacia el este hasta Bulnes. A poco de entrar en ella, aparece una fuente, y junto a ella la única res que veremos aquí, una vaquilla muerta e hinchada. La bajada de la canal será bastante incómoda, mezcla de pedrera y herbazal, y está claro que no es muy transitada. Zarzas y largos helechos obstaculizan la senda. Más allá, una zona de grandes bloques, y justo al iniciarse el bosque aparece otra fuente. Pero el entorno es un barrizal, no es buen sitio para vivaquear, así que seguimos hasta el ya cercano barrio alto de Bulnes.

A todo esto, el cansancio se deja notar, la idea de subir hoy hasta Pandébano comienza a languidecer, y empezamos a imaginarnos sentados a una buena mesa zampando unos huevos con chorizo.

Bulnes. Casas de piedra. Una hermosa calzada empedrada que separa el pequeño núcleo de los prados de siega. Un aldeano trajinando junto a su todo terreno. La mayor parte de las construcciones se ven arregladas y bien cuidadas, pero a esta hora (19:30) están cerradas. Pasamos junto a la coqueta terraza de un restaurante, el único abierto en este barrio. Las mesas están ocupadas.

Dejamos atrás el barrio alto. Pasamos una fuente (buen sitio para un vivac) en busca de nuestros huevos con chorizo. A menos de un km está el barrio de la Villa de Bulnes. Es un núcleo más denso, más cuidado y bonito, pero también aparece bastante solitario a estas horas. Al menos hay tres terrazas abiertas a la vista, las tres con clientes.

Vamos pasando de una a otra, y en todas la misma respuesta: solo dan de cenar a los que están alojados. ¡Hay que joderse! “Bulnes, amigo de los montañeros” Y eso que nos daríamos por satisfechos con bien poco…

Finalmente nos resignamos a vivaquear y cenar con el hornillo, y hallamos un lugar adecuado pasado el río. Damos buena cuenta de nuestras ya escasas provisiones, dejando solo lo justo para el desayuno y un par de barritas para mañana. Duermo agitado, tal vez por la paliza. A eso de las tres de la madrugada me desvelo. Se escuchan truenos, hay algún relámpago. Pronto un aguacero termina de espabilarnos. ¿Pero no llegaban las tormentas mañana por la noche? Con la 2ª manta de aluminio, los bastones y un murete de piedra seca, Juan-Mc Giver improvisa un refugio. Al rato para de llover. Estamos casi secos, todo va bien, volvemos a dormirnos… hasta que una hora más tarde nos vemos atrapados en mitad de la tormenta . Chaparrada, viento, el agua cae a chorros y se acumula sobre nuestro endeble techo… Esta vez no hay escapatoria. La parte inferior de los sacos está empapada. Aun así, guardan cierto calor, y cuando por fin para de llover, logramos dormitar algo.

……………

Fresco y desagradable despertar. Bruma, humedad y los sacos mojados. La ropa tampoco está mucho mejor, pero al menos no llueve. Nos calzamos las  zapatillas mojadas. Desayunamos, recogemos y nos ponemos en marcha. Tenemos por delante 600 m de subida hasta el collado Pandébano. Enseguida entramos en el bosque. El camino es precioso, una antigua calzada a tramos empedrada que serpentea entre robles, hayas, fresnos y avellanos en cerradas curvas de pendientes pronunciadas. Donde el empedrado ha desaparecido, el camino se convierte en barrizal. Yo me esperaba un camino carretero, pero no parece que por aquí pudiera subir ningún carro. Portearían los pertrechos a lomos de caballerizas.

A poco de empezar, un desvío señalizado nos conduce a un mirador de espectaculares vistas. La bruma se va disipando, y disfrutamos de una hermosa perspectiva del Picu, surcado por abundantes chorreras. Hoy nadie escalará allí. El cielo se cubre de nuevo, guarecidos bajo una frondosa haya esperamos a que pase una chaparradita, y yo me prometo regresar en primavera, antes de que el bosque recobre las hojas. ¡Esto tiene que ser un auténtico jardín botánico!

Por fin dejamos el bosque atrás y salimos a las praderías. El cielo va abriéndose. Avanzamos de cabaña en cabaña, muchas derruidas. Hay bastante ganado. Nos hemos desviado de la ruta balizada, y avanzamos más a la derecha en dirección a Terenosa para alcanzar el camino de subida a Urriellu. El sol nos alcanza al llegar a Pandébano. Ahora solo falta la bajada hasta el coche. Hemos tardado unas dos horas, el cansancio se ha hecho notar, pero la verdad es que la subida ha valido la pena.

Hora y pico más tarde, por fin podemos regalarnos con los ansiados huevos con chorizo en Arenas de Cabrales…

Finalmente nos ha salido una travesía circular de los más interesante y entretenida. Una muy buena manera de acercarse al Jou de los Cabrones para recorrer la Integral Cabrones-Cerredo. Si os animáis a repetirla, os recomendamos Bulnes como punto de partida. Se añade un poco de desnivel a la primera jornada, cuando aun estamos frescos, pero se agradecerá al regreso, y además está el refugio de la Terenosa si se quisiera descansar.

Patxi Aiaratik

 



El macizo de los Albos

La cuesta del Trave


Canal de Amuesa, al fondo Bulnes



Entrando en Bulnes





Subida a Pandébano








Picu de Urriellu y Areneras


sábado, 12 de octubre de 2024

DESPUES DE LOS ANDES…2 Arista Cabrones-Cerredo

 

Los cántabros iniciando la arista NO

Fantástico espinazo entre luz y sombras

DESPUES DE LOS ANDES…2

Arista Cabrones-Cerredo

Amanecer espectacular en el Jou de los Cabrones. No madrugamos. Ayer coincidimos con cuatro cántabros que pensaban ir a la integral Cabrones-Cerredo, como nosotros. Ellos iban a despertarse a las 7 h, y nosotros nos moveremos a las 8h, para dejarles margen.

Desayunamos y recogemos el vivac. Las mochilas de porteo con casi toda la impedimenta quedan en el vivac, a mitad de camino entre el refu y la fuente, por si pasamos aquí otra noche. Hoy iremos más ligeros, cada uno con su mochila de ataque y 1´5 l de agua. Porteamos solo una cuerda, 6 expreses largos, abundantes cintajos y un juego de fisus-aliens-friends hasta el 2 sin repetir.

Desde el refugio no se ve el arranque de la arista NO del Pico de los Cabrones. Tiene su truquillo el alcanzarla, pero ayer el guarda nos lo explicó. Mirando hacia el sur, hacia la sombría pared del Pico de Dobresengos, se aprecian dos cuevas o sumideros característicos. Se trata de llegar hasta el primero, y ascender la canal que arranca a su izquierda hasta llegar a una vira herbosa. Hay que seguir la vira, pasar un hombro y la montaña y el arranque de la integral Cabrones-Cerredo aparece al final de un plató lapiaz. Algunos hitos ayudan a la orientación.

En cosa de una hora estamos pues en la base de la arista, contemplando las siluetas de los cántabros que nos preceden dando sus primeros pasos encordados. Paramos un poco, un sorbo de agua y nos preparamos. Nos atamos a media cuerda, me cuelgo el material y a eso de las 9:30 estamos en marcha. Yo llevaré los gatos puestos, Juan prefiere subir con zapatillas.

A medida que ganamos altura por la arista NO, el espinazo que seguimos se muestra cada vez más aéreo y espectacular. Entre la luz y las sombras, en realidad no se inicia en el collado del que partimos (2317 m), sino que se prolonga más allá hasta el Pico de Dobresengos y la Collada del agua. Una preciosidad.

Progresamos ensemble, superando pasos de III, alguno de III sup, y aunque en algún tramo de la afilada arista la roca suelta pide atención, disfrutamos a tope de la estética recorrido por la que se diría la espina dorsal de un monstruo antediluviano. En la última brecha encontramos el único pitón del recorrido, y enseguida estamos en la cima del Pico de los Cabrones (2553 m), señalizada por un buzón metálico en forma de hórreo. Llevamos 1h 15 min de escalada.

Picamos algo y a eso de las 11h iniciamos la 2º parte de la actividad. El cresterío cambia de dirección y ahora bordeamos el ya conocido Jou Negro. El terreno parece más sencillo, yo también me pongo las zapatillas. Ahora Juan toma la delantera y yo le sigo por un terreno más compacto pero no tan espectacular como la arista que nos ha conducido hasta ahora.

Iremos perdiendo altura en un destrepe cómodo en el que encontraremos tres rápeles de 7, 13 y 20 m. El primer rápel nos deja en una brecha muy definida, por donde discurre la normal del Pico de los Cabrones, que sube por el Jou Negro. Tras esta brecha hay un murito de tres o cuatro metros de IV, protegidos por un pitón.

En el 2º rápel alcanzamos a los cántabros, que no van muy finos en las maniobras. Nos dejan rapelar por su cuerda, así que les devolvemos el favor usando la nuestra en el último rápel. Desde este collado, solo queda subir hasta el Cerredo por terreno fácil, menos afilado y definido, prácticamente de II.  Bordeamos un gendarme y nos encontramos ante la última dificultad, un larguito de 15 m de IV protegido por tres pitones a los que añadiré un tótem. Me pongo los gatos y remonto el largo mientras aparecen los cántabros. Como ya hemos visto que son más pateadores que escaladores, les proponemos atarse a nuestra cuerda, a lo que acceden sin dudar.

Entre pitos y flautas, serán las 13:30 cuando aparecemos de nuevo, un año después, en la cima de Torre Cerredo (2650 m) junto a la Santina. Hemos tardado 2h y media en esta segunda parte, de las que 30 min o así podrían evitarse. 4 h para todo el recorrido. Una bonita cabalgada que nos ha permitido retornar a estos parajes agrestes y apartados. De nuevo una vía de apellidos vascos, abierta por los hermanos Régil en 1958. Aun estoy embrujado por la belleza de la primera arista al Pico de los Cabrones, y la visión de ese interminable espinazo que se prolongaba y prolongaba separando la luz de las sombras. Tal vez por ello, ahora la mirada se me queda enganchada al largo cresterío Alaiz-Madejuno-Tiro Llago-Llambrión, también conocido como línea Schulze, la más larga de las cresterías realizables en los Picos…

Tras despedirnos de los cántabros, ahora toca destrepar por terreno conocido la normal al Cerredo, y luego descender al Jou Negro para atravesarlo. Un colladito, y luego una bajada vertiginosa hasta el refugio, por senda bien marcada pero a tramós incómoda. En dos horas estamos de nuevo en el refugio, sentados al sol en una mesa mientra picamos con ganas.

Arista NO al Pico de los Cabrones (2553 m) AD inf y cresta Cabrones-Torre Cerredo (2650 m), PD con un largo de IV. 4h.

 

Patxi Aiaratik

Amanece en el Jou de los Cabrones

El vivac

La referencia para la aproximación


Pico de los Cabrones, la arista NO a la dcha



La cordada que nos precede



Peña Santa al fondo







Desde la cima la ruta hasta Torre Cerredo


Paso de IV tras el primer rappel


Mirando hacia atrás, el Pico de los Cabrones

Ultimos metros a la cima

Un grupo iniciando el destrepe del Cerredo

Cresta Madejuno-Tiro Llago


Volviendo al refugio

 

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