lunes, 1 de enero de 2024

AGOSTO EN CHAMONIX 1 Le Brévent, via Frison-Roche

 

 

Le Brévent

En el último largo de la Frison Roche

AGOSTO EN CHAMONIX 1

Le Brévent, via Frison-Roche

 

Llega agosto y me planto en Chamonix… Las ganas pueden más que la pereza y la incertidumbre, pues esta va a ser mi salida más atípica en muchos años. El viaje lo haré en solitario, y allí espero encontrarme con un par de fichajes contactados en un foro de montaña.

Por lo pronto, para hacer la conducción más llevadera, divido el viaje en dos etapas y me desvío un poco para visitar bajo la lluvia la catedral románica de Autun. Al día siguiente las nubes se van abriendo mostrando una ligera nevada por encima de los 2500 m sobre los relieves de Chamonix. El primer vivac en la campa junto al río (Txingu ya sabe…) es más bien frío, y tendré que echar mano del saco de plumas.

En el parking junto a la Piedra de Orthaz me encuentro con Papila, que al final se ha retrasado un día. El otro chico, Javi, valenciano de treintaytantos años, también está por allí, pero ya tiene plan para los próximos días. Piensan ir en cordada de tres a la Innominata, y mañana se plantean subir a la Aig. du Midi y escalar en alguno de los satélites del Tacul  para ir aclimatando, pese a las previsiones de frío y fuertes vientos.

Vista la meteo, nosotros optamos por esperar un poco más antes de gastar los 75 € del teleférico. Papila me propone una zona de escalada en pared al norte del valle, pasada la muga suiza. Es cara sur, y hay buenas vías de unos 8 largos. Pinta bien para empezar.

Para allá nos dirigimos en la furgo de Papila con la idea de pasar un par de días hasta que las temperaturas suban y el viento amaine. Pero según entramos en Suiza, pasado el Col des Montets, la palanca de cambios de la furgo empieza a moverse como si estuviera suelta. A duras penas, casi sin poder meter las marchas, logramos retroceder y volver a Francia, y allí iniciamos las primeras gestiones de lo que se convertirá en una carrera de obstáculos que solo culminará una semana después, cuando Marcos, otro amigo que se convertirá en el tercer mosquetero de la cordada, logre él solito arreglar la furgoneta. No sin antes superar más pruebas que Hércules, a base de llamadas al seguro, discusiones con gruístas y mecánicos, visitas a concesionarios, compra de piezas y bricolajes varios.

¡Ni se os ocurra quedaros tirados en Chamonix en agosto! Resulta que es habitual en temporada alta que los mecánicos del valle y alrededores se nieguen a mirar ningún coche, y las listas de espera andan entre las tres y cuatro semanas. El desinterés de gruístas y mecánicos es exagerado y el trato bastante borde. Por suerte, también topamos con gente con ganas de ayudar, que nos permitió identificar las piezas fastidiadas y conseguirlas con rapidez. O los chavalillos de una carpintería que nos dieron el cable que necesitábamos para hacer con cinta americana un apaño que nos permitió llevar la furgo del depósito de la grúa hasta nuestro “campo base” en Champex. Y por supuesto, nos encontramos con Marcos, que fue el que deshizo el entuerto.

Arreglar la furgo nos llevará (es un decir, le llevará a Marcos) una semana. Aunque por suerte tendremos la ocasión de intercalar las sesiones mecánicas con sesiones de escalada. Pero en cualquier caso, sí que condicionará bastante nuestra actividad. Esa primera semana se instaló un buen anticiclón, y tras la reciente nevada hubo buenas condiciones en altura para aristas de envergadura, como la Innominata, o la travesía Rochefort-Jorasses. Por desgracia, rápidamente contraatacarían las olas de calor, degradando las condiciones. Al menos siempre nos quedará la roca. Y como algunos ya sabéis, escalar en roca en Chamonix es una maravilla.

…………………

Aun estamos junto a la furgo, esperando a la grúa a la altura de la Piedra de Orthaz. Al menos hay una mesa de picnic a unos 30 m, en una campa junto a la carretera. Allí pasaremos la noche al amparo de un abeto, bastante movida por cierto. Parece mentira la de tráfico nocturno que hay por aquí, y el ruido que mete.

Total, que allí estamos cuando recibimos la visita de Eva y Marcos. Eva es una vieja amiga de Papila, directora de la revista Desnivel por más señas. Lleva ya un par de días en Chamonix con su hijo adolescente, en casa de su exmarido, Carlos, que casualmente vive en Champex, a 200 m de nuestro vivac. Carlos es guía de montaña, chileno, y vive y trabaja a caballo entre Chamonix y Chile. El chaval, tras años sin mostrar especial interés, anda ahora muy motivado con la montaña,  y esa es la razón del reencuentro familiar. Piensan hacer actividad prácticamente a diario.

Marcos es un amigo de Ana, que no pareja. Un personaje muy interesante  que ha dejado de lado la escalada durante bastantes años para dedicarse a la crianza de sus hijas.  Ha dejado a la familia en Málaga para retomar la actividad esta semana, haciendo cordada con Eva, Carlos y el chaval. Pero entre otras muchas facetas que merecerían ser relatadas, Marcos resulta ser un manitas que sabe bastante de mecánica, y durante la próxima semana lo dará todo para arreglar la furgo de Papila. Hazaña que lo convertirá por derecho propio en el tercer componente de la cordada.

Y de Papila qué decir… Uno de los personajes imprescindibles de la escalada en la península, desde sus inicios pedriceros con Gálvez hasta sus incontables aperturas en Ordesa, Peña Montañesa, y últimamente en Urriellu. Todo un carácter, a la vez arisco y entrañable,  y  todo un privilegio compartir cuerda y batallitas con él.

Entre otras cosas, Papila está en Chamonix para visitar a su hija Lucía, que está currando de guía en el valle. Una "mala bestia” autora entre otras cosas de la 1ª femenina invernal española a la norte del Eiger, hace un par de años, y que acaba de ascender la Supercanaleta al Fitz Roy. A Papila le preocupa un tanto la querencia que la chica muestra hacia el salto base con traje de alas, o a los descensos  en ski-parapente. A lo que ella responde señalándole a su padre sus numerosos solos… En fin, esta es la compañía con la que estaré estos días.

Total, que Eva y Marcos van a escalar mañana al Brévent, nos proponen acompañarles y nos apuntamos. Carlos no viene, le toca trabajar, pero nos recomienda no madrugar pues la mañana será fría. El chaval se toma el día de descanso, así que seremos dos cordadas.

La pared del Brévent se ve airosa y atractiva vista desde el valle. Está unido al valle por un teleférico (38 €), y es de allí de donde despegan las decenas y decenas de parapentes que llenan el cielo de colorido cuando las condiciones lo permiten. Por cierto que más adelante me encontraré al azpeitiarra Gorriye con su mujer, ambos llegados al valle también para volar.

Aunque el gneis de estas paredes de las Aiguilles Rouges no sea tan atractivo como el granito de altura, la orientación sur y sus fantásticas vistas hacia el macizo del Mont Blanc las convierte en zonas bastante populares, en las que hay mutitud de vías antiguas y modernas. En concreto, la vía más clásica y repetida del Brévent es la Frison-Roche. Pensaba que se trataría de la vía original, abierta por el famoso escritor-periodista-escalador-aventurero, pero no. Es una vía moderna, abierta en el 2000 en homenaje al autor de “Primero de Cordada”.

Muchas veces, ojeando croquis, había pensado que estaría bien escalarla, y resulta que ahora aquí estamos, saliendo del teleférico, mientras Eva nos muestra el restaurante en el que se pasó un verano currando hace tantos años.

La aproximacíon a la vía es un tanto curiosa. Saliendo de la estación superior del teleférico, a 2510 m, en lugar de subir, bajaremos en cosa de 15-20 min a la base de la vía, primero por pista, y luego pasando un colladito y por una pedrera. Como era de esperar en una vía tan clásica, hay alguna cordada por delante, y vendrán otras por detrás. Pero no es problema. Al sol la temperatura es agradable, y la vía no es demasiado larga.

Con sorpresa y cierta decepción descubrimos que la vía está generosamente equipada, convertida en love-climbing. Aparte de esto, es una línea lógica e inteligente que supera la pared en cinco bonitos largos con algún pasito duro. El gneis no tiene la adherencia del granito, y a veces está bastante lavado. El diedro del 4º largo es un buen 6ª, atlético en bavaresa, aunque muy bien protegido. Tras 4 largos llegamos a una buena repisa y la seguimos hacia la izqda, bajo el último escalón de la pared. De allí arrancan varias líneas, entre ellas la nuestra: un hermoso diedro vertical de V/V sup que tendré la suerte de liderar. Un placer recorrer este largo tan estético y de cómoda protección. La vía está totalmente equipada, pero nos damos el gustazo de escalarla con un juego de friends y fisus con lo que se evita chapar muchos químicos.

Y enseguida estamos de nuevo en el teleférico, felices tras una escalada gozosa y recomendable, pero a la vez un tanto preocupados por la furgo. De momento está en Passy, a 30 km de Chamonix, en el parking de un mecánico que no tiene ninguna intención de echarle un vistazo hasta dentro de un mes. Pero ahora no hay nada que podamos hacer, más que disfrutar del paisaje y de las visión de las cimas recubiertas de nieve resplandeciente, de un blanco inmaculado y brillante como no se había visto en verano desde hace varios años.

Brévent, 2510 m, via Frison-Roche, 200 m, 5 l, 6ª.

Patxi Aiaratik




 



El precioso diedro final





Marcos, Eva y Papila, los 3 mosqueteros

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