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Saliendo del zócalo
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El Jou Negro
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CUENTAS PENDIENTES 2
Jou Negro 2, julio del 23
Por fin hemos estado en el Jou
Negro. Con el tiempo, este recóndito y remoto enclave de los Picos había ido
adquiriendo en mi imaginación un aura legendaria. ¿Existía en realidad? O
pertenecería más bien al limbo de los sueños, de las geografías imposibles o
inalcanzables, tal como la elusiva Shambala de los místicos, el Kailash mancillado
o la Palestina ensangrentada.
El Jou Negro existe en la realidad,
sí, y es tal como me lo imaginaba. Un caos mineral grandioso y a la vez
confidencial, humilde en realidad por sus dimensiones, pero tan impresionante
en su circo de paredones que es fácil perder las referencias. A finales de julio,
todavía alberga un nevero considerable, protegido por la sombra de una morrena
afilada que lo separa del caos de bloques que cubre el resto de la tartera. Esa
morrena será la clave de la aproximación a la pared deseada, el espolón Norte
de Torre Cerredo. Al comienzo una arista horizontal y cómoda, que luego va
ganando inclinación e incomodidad. En un momento dado, hay que dejarla y por
una inestable ladera de derrubios atravesar un corredorcillo allí donde los
restos del nevero dan acceso a la pared.
Sabía que el Jou Negro estaba cerca
del Jou de los Cabrones y su refugio. Pero aunque pasé por allí con Txingu en
nuestra travesía del Anillo, no llegué a identificar su acceso. Esta vez, Juan
y yo accedemos desde Urriellu. Salimos del vivac por la mañana con bastones,
una mochila de ataque cada uno y los trastos de escalar. Tomamos el camino del
Jou de los Cabrones, superamos la preciosa Brecha de los Cazadores y la Collada
Arenera. Hermosas paredes que merecen otra visita. Nuestro compañero de vivac
nos había dicho que encontraríamos una senda bien marcada y balizada con hitos,
y en efecto, ahí está. Es la subida
normal a la cima más alta de los Picos, Torre Cerredo (2650 m), así que es bien
visible.
No estamos en la Tierra Media, pero
esto podría ser alguna de las geografías del inerte mundo mineral de Mordor. A
veces me giro, como presintiendo la presencia de Gollum. Pero atrás solo
aparece la Torre Arenera. Por delante empieza a asomar la cima del Cerredo,
semioculta por los relieves calizos. Un sarrio solitario cruza la ladera de
canchales. Pobre comida tendrá en este erial de cascajo y rocas, donde
encontrar una brizna de hierba es difícil.
Al fin, tras pasar otra collada,
divisamos la vertiente Este del Cerredo, por donde bajaremos tras la escalada,
y a donde se dirige un grupo. Abandonamos la senda, ahora más difusa, y nos
desviamos hacia la derecha. Pronto tenemos ante nuestros ojos la visión
agreste, siniestra y a la vez sublime del Jou Negro. Un circo salvaje y
solitario limitado por paredes en apariencia verticales que se elevan sobre el
caos de bloques, y pedreras y el nevero de su fondo.
Al otro lado de la depresión del
Jou, a la que tendremos que bajar, se alza airoso el impresionante espolón
Norte de Torre Cerredo (2650 m). De nuevo otra vía de Udaondo, esta vez con Alvarez
y Bonales, en 1975. Observamos el croquis, contemplamos la pared, y algo no
cuadra. ¡¡El comienzo de la vía parece hallarse a un tercio de la pared!! Con
esta perspectiva el terreno del zócalo, que está bastante tumbado, parece
vertical. Finalmente no será para tanto, pero la verdad es que vista desde
aquí, y con la fama de mala roca que tiene la primera parte de la vía, es fácil
encontrar excusas para no entrar en la pared.
Y sería un error, la verdad. Solo el
acercarse hasta aquí, hasta el Jou Negro, para echar un vistazo a este mundo de
grava, roca, lodo seco y nieve vieja vale ya la pena. Pero además, la vía es
muy buena, y el terreno no es para nada tan perdedor como se comenta. El zócalo
se inicia con 4 ó 5 m de III y luego una trepada fácil de 100-150 m que en
diagonal a la derecha nos conduce a la base de la primera parte de la vía, allí
donde los croquis marcan el comienzo de la escalada. Lo superamos en
zapatillas.
Viene luego la primera parte de la
vía, hasta el hombro, en teoría la sección más rota y perdedora. En dos largos
llegamos sin problemas a un nicho muy evidente, montando la 2ª reunión en un
hombrito a su derecha (Reunión a montar). El tercer largo sí que dará más
trabajo para encontrarlo, pero finalmente llegaremos al hombro por terreno más
bien sano y que se protege bien (IV-V)
Y ahora empieza lo bueno. Sobre el
hombro se eleva el elegante espolón N del Cerredo, con unos 150 m de desnivel.
Una roca inmejorable, compacta a más no poder, repleta de relieves y agujeros
que convierten tanto la progresión como el aseguramiento en un placer. Desde la
lejanía, el espolón aparecía temible, vertical e impresionante. Ahora, metidos
en el lío, vemos que dista de ser vertical, que es un terreno cómodo de V grado
donde por poder, se podría progresar por cualquier parte. Aun así, es una satisfacción
ir dejándote llevar por la intuición e ir encontrando poco a poco señales de
paso, algún pitón, y tres reuniones ya montadas. En cualquier caso, es muy
fácil protegerse con fisus y friens medios y txikis. Vamos, una gozada de vía
en un entorno inhóspito y salvaje, al que las gotas que en un momento amenazan
desde un oscuro nubarrón solitario le dan un ambiente especial.
Junto a la cima, un poquito apartada
en un nicho para protegerla de los rayos, otra Santina. La aproximación nos ha
llevado tres horas y otra más para atravesar el Jou y pasar el zócalo. Hemos
tardado otras 3 h en escalar la vía. Disfrutamos del momento y del paisaje. A
lo lejos, se aprecia la cresta Madejuno-Tiro Llago-Lambrión, otra vía de
Udaondo que espera nuestra visita. A nuestros pies, la crestería
Cabrones-Cerredo se ve aérea y atractiva, muy afilada pese a su escasa
dificultad. El misterio del Jou Negro se ha desvelado…
Descendemos por la normal de la cara
E, siguiendo hitos y destrepando algún tramo de III inf hasta alcanzar el Jou
de Cerredo y la ruta de aproximación. Luego desandamos camino por Collada
Arenera mientras de nuevo el sol poniente juega con las nubes que nos envuelven
en la Brecha de los Cazadores, y acarician los compactos lienzos de roca color de
miel de la Oeste del Naranjo.
Al final serán 11 h de vivac a
vivac, una jornada de soberbia belleza, de escalada y descubrimiento, un día
para recordar. Y de nuevo las nubes se cierran, juegan con las paredes y nos
envuelven en niebla. ¿Estará cambiando el tiempo?
Torre Cerredo (2650 m), Espolón Norte, 260 m V + 150 m zócalo, 6-7 largos
Patxi Aiaratik
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Neverón de Urriellu al amanecer
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Urriellu, oasis de verdor
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Las paredes de Torre Arenera
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Torre Arenera
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Torre Cerredo
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En la morrena
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Primer largo, ¡pues no es tan mala roca!
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Largo 3º, primero diagonal dcha y luego diagonal izqda hasta el hombro
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Crestería de Cabrones
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Ya en el espolón
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Un pasito más duro en el 5º largo
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Fin de las dificultades
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La Santina
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¡Cima! |
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Cresta Madejuno-Tiro LLago
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Orbayu en la Brecha de los Cazadores
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Anochecer en Urriellu
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