ALPINISMO KM CERO.
Ihurbain, 1420 m, corredor Oeste.
Entre cascada y cascada, un breve respiro por las montañas vascas. De camino a Barrosa pude contemplar a la bella luz del atardecer la airosa proa que la Sierra de Andia lanza hacia la Sakana. Se veía ya desnuda de nieve, pero una fina línea blanca se adivinaba en el fondo de la grieta… A la vuelta de Barrosa, con mis tres puntos de sutura en el labio, quedo con Txingu para darle un tiento a la primera oportunidad.
La verdad es que es una suerte el poder disfrutar del Alpinismo Km cero, como dice Txingu. Según me cuenta, estos dos últimos inviernos están siendo propicios, al menos para el esquí de travesía, y ya lleva varias salidas a Leizalarrea o por Arantzazu. Yo me conformo con mi casi anual subida al Gorbea con los esquís de fondo. Otras temporadas tuvimos la ocasión de explorar bastantes de los corredores que se forman en la vertiente norte de Aitzgorri, pero la grieta de Ihurbain estaba pendiente. El sol de la tarde le da de lleno, e imaginaba que las buenas condiciones serían más difíciles de encontrar.
Total, que a primeros de febrero estamos en Unanue Txingu, Nahia y yo, mirando hacia donde debe hallarse Beriain, oculto por oscuros nubarrones. La verdad es que no parece ser el día más propicio: nubes y nieblas se adueñan de las alturas, y se esperan precipitaciones. Pero es lo que hay.
Tirando de GPS, seguimos una ancha pista en dirección a Echarri, hasta que entramos en el bosque, la pista se convierte en senda, y la nieve hace su aparición. Seguimos una vaga huella que a través del bosque en fuerte pendiente nos conduce con algún zigzag hasta la base del espolón rocoso de la proa.
Tenemos que flanquear la pared hasta superar su extremo. La nieve ha desaparecido, pero impresionantes carámbanos, algunos de varios metros, cuelgan de la paredes desplomadas, y sus caídos fragmentos salpican la senda. Nos ponemos el casco.
Doblamos la esquina y entre la niebla, casi fantasmal, aparece el profundo tajo de la grieta oeste de Ihurbain. Poco más arriba pisamos nieve, dura y bien transformada. Es hora de ponerse arnés y crampones, y cambiar bastones por piolets. Seguimos sin cuerda unos 100 m más hasta llegar al primer estrangulamiento del corredor, donde encontramos dos parabolts para reunión.
Nos encordamos y arranco. Unos bonitos pasos de mixto, tres o cuatro pasos de III o III sup, en los que me protejo con un friend. El ambiente es mágico. La niebla juega con nosotros y los relieves, ahora mostrándolos, ahora ocultándolos. La escarcha embellece cada brizna de hierba. Por terreno más fácil llego al segundo resalte, más corto, con un pasito delicado (un pitón). Poco después, llego a la reunión, también con parabolts (30 m) La verdad es que apurando a tope de cuerda podría salir de las dificultades, pero estoy tan maravillado por la belleza de la atmósfera que prefiero hacer reunión y prolongar la estancia.
En efecto, otro largo corto, un resalte más fácil, y ya estamos fuera, en otra reunión con parabolts. En realidad, es un bonito corredor de unos 150 m, de los cuales 50 m son los más técnicos, con tres resaltes mixtos que no pasan del III sup. Imagino que con más nieve serán más sencillos. Así que con una cuerda, cinco expreses, algún tornillo corto por si acaso y unos pocos friends es más que suficiente. Una ascensión sencilla, atractiva y muy estética, al menos tal y como la encontramos.
Recogemos el material y continuamos entre la niebla hasta la cima de Ihurbain (1420 m) por una bonita cresta escarchada. Es llamativo el contraste entre las dos vertientes de la montaña. La que ahora seguiremos para bajar por la vía normal apenas tiene nieve. El cielo se abre según perdemos altura, y las laderas del valle se muestran a lo lejos mientras a nuestro alrededor espinos y zarzas brillan tapizadas de agujas de hielo.
Una hermosa jornada de alpinismo Km cero, en la que recorreremos unos 700 m de desnivel en cinco horas.
Patxi Aiaratik
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