domingo, 31 de agosto de 2025

EN TIERRAS DEL CONDOR 8 Huayna Potosí, 3, Directa francesa.

 

 

En la arista cimera

El tobogán de la cara E

EN TIERRAS DEL CONDOR 8

Huayna Potosí, 3, Directa francesa.

A la hora señalada, se inicia el zafarrancho. ¡Imposible no despertarse ante tanto jaleo! Nosotros seguiremos en el saco hasta las 02:30 o así. Cuando nos levantamos ya se han marchado todos, solo quedan los cocineros dispuestos a dormir un poco más. Nos ofrecen agua caliente y algún bizcocho que ha sobrado, y luego vuelven a las literas, donde les oímos charlar.

A las 03:30 estamos calzándonos los crampones al borde del glaciar a la luz de las frontales. No hay rastro de los otros grupos, la empinada rampa inicial oculta sus luces. Al igual que en el Condoriri, la entrada al glaciar es puro hielo, enseguida vienen rampas de 40 º y hay que andar con cuidado. No quiero imaginarme lo que tiene que ser intentar frenar a un guiri torpe y adormilado que tropiece con esta inclinación.

Por otro lado, pasa tanta gente que la huella resulta bien visible incluso en el hielo y la oscuridad. Ganamos desnivel rápidamente, y a eso de 5500 m llegamos a un rellano surcado por grandes grietas. Esto debe ser el Campo Argentino, donde antaño se acampaba. Ahora, con los refugios, ya no tiene mucho sentido.

Llevamos un rato encontrando hojas de coca escupidas, o vomitadas. Se ve que a más de uno esto no le basta, pues empezamos a cruzarnos con algún montañero que se retira. Y también vemos grupos de luces inmóviles, como dudando. Por nuestra parte, yo diría que llevamos muy buen ritmo. El glaciar se ve noble, las grietas están a la vista y avanzamos desencordados en la oscuridad. La noche es hermosa, despejada y fría, y yo tengo muy buenas sensaciones.

En un momento dado deberíamos abandonar la huella principal y desviarnos hacia la izquierda, atravesando el glaciar para situarnos bajo la cima Sur. Pero la bifurcación no está clara, se ve que no es muy transitada. Andamos un rato zigzagueando entre enormes grietas, un tanto despistados. Con la oscuridad, nos faltan referencias. Solo sabemos que por ahí, encima nuestro, en alguna parte pende amenazante un inmenso serac de varios pisos de altura y un desplome de 30º, esperando a caer. Ayer se le veía desde el refugio perfectamente, peligrosamente situado sobre la huella de la normal. Los guías contaban que hace un par de semanas se desplomó la mitad del serac, como si eso minimizara el riesgo de caída de lo que aún queda. En fin…

Continuamos con el flanqueo a la izquierda, y entramos en un rellano que para nuestra sorpresa presenta nieve acumulada. Hasta ahora todo era hielo. Cuesta avanzar, pues la costra helada se rompe, pero ya se intuye por fin la pala de la Directa francesa a la cima sur… Estaremos a unos 5700 m.

El cielo se tiñe con las luces previas al amanecer. Ahora sí que podemos ver nuestra vía. Además de lógica y elegante, es una línea histórica, abierta por una leyenda del andinismo boliviano, Alain Mesili, junto con Thierry Cardon en 1974. Hermosa historia la de este alpinista y guía francés que llegó de joven a Bolivia y convirtió a este país en su hogar. La exploración de muchos de sus macizos y la apertura de muchas de sus paredes ha sido obra suya, así como suyas son también las guías de referencia, por desgracia ya agotadas.

Contemplamos la uniforme pala por la que discurre la vía, protegida por una pequeña rimaya. Sobre el hielo, una capa de nieve helada tapiza la pared,  en la que se adivinan las huellas de anteriores cordadas. Son las horas más frías de la jornada. A 30 m de la rimaya nos encordamos y nos preparamos para la escalada. Llevamos una cuerda de 60 m, 4 expreses, 2 estacas, 3 ó 4 tornillos y un par de pitones por cordada, además de cintas y cordinos.

Miro hacia el valle, las luces de La Paz centellean en la oscuridad. Pero a nuestra derecha aparece en el horizonte una banda primero violeta, rojiza y anaranjada después, que va poco a poco salpicando los neveros que nos dominan. Asegurado por Txingu supero la rimaya, cómoda, protegido por una buena estaca, y entro en la rampa. Llevo puesta toda la ropa (el plumas quedó en el refugio) pero estoy al borde de la tiritona. Debe de hacer bastante menos de -10 ºC. La progresión es cómoda por este tobogán de 50º a 60º, con la huella medio hecha. La nieve está bien helada, los anclajes de piolet y crampones son sólidos. Asciendo otros 15 m y planto la 2ª estaca. Otros 15 m y ya a tope de cuerda monto la reunión triangulando los dos piolets.

Txingu llega hasta la reunión, y sigue a su vez. Para ahorrar tiempo dejamos nuestras estacas puestas para Axi y Aitzol, y Txingu  se lleva las de ellos. En realidad, las condiciones son tan buenas que casi podría subirse sin cuerdas. O en ensemble, de haber tenido más estacas. Pero como solo llevamos dos por cordada, usamos una como seguro y otra para reunión cada 60 m. En cualquier caso, vamos a buen ritmo.

Tras cuatro largos, la arista cimera parece estar al alcance de la mano. Pero desde la reunión vemos que la rampa gana inclinación, se presenta algún tramo a 65º-70º, y además asoma el hielo. En efecto, habrá un par de resaltillos helados, pero se superan sin mayor dificultad. Protegeré el primero con un tornillo, y el segundo al final ni lo aseguro pues está muy escalonado. A punto de quedarme sin cuerda, llego a la arista. Es afilada, un sólido filo de hielo sobre el que se apoya medio separada la nieve helada. Permanezco en nuestra vertiente y monto una buena reunión con dos tornillos. Gritos de alegría. A estas alturas ya ha amanecido y el sol empieza a calentar. Ya era hora, he estado toda la ascensión con un punto de frío en el cuerpo y en las manos. (Los pies han ido bien)

Txingu llega a la reunión y continúa por la afilada arista. Sencilla, pero delicada pues el hielo y la nieve a veces son como capas sueltas de un hojaldre. Se protege con dos tornillos, supera lo que desde aquí parece la cima, y desaparece al otro lado. Mientras, Axi y Aitzol llegan a la reunión.

Respondiendo al silbido de Txingu me pongo en marcha. La cuerda se atasca por todas partes, sobre todo en los penitentes que empiezan a aparecer. Pero al fin alcanzo la nevada cúspide, y más allá la reunión que Txingu ha montado sobre unos bloques de granito.

Son las 9:30, hemos tardado 6 h en llegar a la cima Sur del Huayna Potosí (6055 m) Hemos necesitado 13 días para aclimatar lo bastante como para plantearnos una escalada como esta con garantías y con margen, tanto físico como técnico. Pero ya está, lo hemos conseguido.

Nos reagrupamos todos en la cima, y nos abrazamos con alegría. Los malos rollos de ayer parecen haberse desvanecido. Tras el collado, al final de una arista con algunos tramos en mixto aparece la cima N del Huayna, 30 m por encima nuestro (6088 m) Calculo que al menos nos llevaría hora y media o dos. A ninguno nos apetece, la verdad.

Así que iniciamos el descenso. Desde aquí podemos ver la amplia huella de la vía normal, no muy lejana. Para llegar hasta ella montaremos dos ráppeles, abandonando cordinos y mallón, y luego sufriremos en un corto pero fatigoso tramo de penitentes.

Los penitentes son una especie de dientes de nieve helada esculpidos por el viento sobre las laderas de los nevados. Aquí alcanzan el medio metro de altura y se alzan no en vertical, sino inclinados. No se puede pasar entre ellos, hay que pisarlos, y tan pronto aguantan tu peso como se rompen. Un autentico coñazo y un derroche de energía, además del riesgo de avería en tobillos o rodillas. Y las cuerdas se atascan en ellos con facilidad. Serán 150 ó 200 los metros a recorrer entre penitentes para alcanzar la huella, pero el esfuerzo es desproporcionado. ¿Qué será enfrentarse a toda una ladera de cientos de metros? Imposible…

Una vez en la huella, las cosas serán más sencillas. El constante paso ha deshecho los penitentes. Poco a poco, Axi y Aitzol van quedando atrás. Alcanzamos a algunos de los grupos que bajan de la normal, y miramos de reojo al serac amenazante. En el refugio, esperamos a los compañeros y aguantamos estoicos la regañina de Fredi, el guarda, que como es natural quiere bajar al valle cuanto antes tras limpiar el refugio. Son las 12:45, y deberíamos haberlo vaciado a las 12:00…

La bajada se hará larga y la fatiga empieza a acumularse. A eso de las 16:00 estamos de nuevo junto a la pista, contándole a Dominga lo sucedido con el refugio. No queremos malos rollos, y para ello estamos dispuestos a pagar parte  de lo acordado, pero al final no es necesario. Con lo hermética que es esta gente no nos queda claro cómo se lo ha tomado.

La furgo viene a recogernos a las 17:15. En ese tiempo el sol se oculta, y la temperatura cae. Con toda la ropa puesta, plumífero incluido, no conseguimos mantener la temperatura. Tal vez estemos destemplados por el cansancio, hoy ha sido un día largo, y lo que queda… Por desgracia, no es Orlando quien conduce, sino Carlos, un amigo. No podremos contrastar con él la chapuza de la gestión del refugio. Carlos tiene prisa, conduce a toda velocidad con una mano mientras no para de hablar por el móvil con la otra. Pero estamos demasiado fatigados para asustarnos…

Será un día largo, pero fructífero… A las 20:30 estaremos hincando el diente a un pollo asado en un restaurante de la calle Illampu, junto al hotel.

Gracias a Harri, por un lado, y a Juan y Joseba por otro. Gracias a ellos tengo en mis manos la primera edición de la guía de Messili, de 1984, y además he logrado escanear su edición más actualizada, ya del 2000.

Huayna Potosí, cima sur (6055 m), Directa Francesa a la cara E, D, 280 m, 55º-60º con algún tramo a 65º-70º. 5 largos más uno de arista. 6h.

Patxi Aiaratik

 

Regresando a la pista.

La cara E al mediodía, y la huella de la normal


Bajando por la normal





La cima Norte






La dos cimas del Huayna










Txingu en la reunón




La cordada de los jóvenes








Luces del amanecer

miércoles, 27 de agosto de 2025

EN TIERRAS DEL CONDOR 7 Huayna Potosí, tiempos revueltos. 2

 

 

Huayna desde el pantano.

Mirando la pared


EN TIERRAS DEL CONDOR 7

Huayna Potosí, tiempos revueltos. 2

 

Solitario como el paisaje, un ciclista gringo con alforjas se eleva trabajosamente por la pista que va enlazando las lagunas.

El paisaje no es especialmente bello, pero impresiona por su desolación. Al final del valle, un pantano. La pista desciende luego hasta el valle de Zongo, sin salida al menos para los vehículos. Nosotros paramos junto al muro del embalse, y allí descargamos las mochilas. Estamos a 4795 m.

En una cabaña junto a la pista nos espera Dominga. Es la propietaria del refugio donde vamos a pernoctar, una construcción de color rojo. Su marido Adrian nos esperará allá arriba. Nos explica a grandes rasgos el itinerario y comenzamos la ascensión.

Atravesamos el muro de la presa y continuamos luego por un canal, hasta que la senda se desvía y asciende con fuerte desnivel por el terreno morrénico. A medida que ganamos altura divisamos cerros y más cerros, y constatamos la falta de nieve. En pleno invierno austral, apenas se ven restos de glaciares en algunas alturas, como durmientes islas blancas en un mar de roca. El manto blanco se concentra en los escasos gigantes que por su orientación o altura pueden mantenerlo: Illimani, Mururata, y aquí, casi al alcance de los dedos, en el Huayna Potosí.

En un momento dado, sobrepasamos a nuestra izquierda un pequeño glaciar, el “Glaciar Viejo”. A la bajada veremos que sus muros son usados por los guías para practicar con los clientes, incluso piolet tracción. Aquí deben de haberse sacado esas conocidas fotos de las Cholitas escalando en hielo.

El tiempo pasa y el terreno se va haciendo más incómodo. Empezamos a cruzarnos con grupos que bajan de la montaña: turistas con sus guías, a menudo con cocineros o cocineras, con sus llamativas polleras. Un joven guía local nos tranquiliza, subió hace un par de días la directa francesa, y está en buenas condiciones.

Llegamos a una construcción. Está cerrada a cal y canto, al igual que la siguiente, que está pintada de rojo. ¿Será la nuestra? Pero no hay rastro ni de Adrian ni de nadie. Esperamos un rato, indecisos, y seguimos subiendo.

Se habla mucho del carácter comunitario de los bolivianos del altiplano, pero desconcierta ver que es a veces compatible con rasgos de un capitalismo descarnado que no estamos acostumbrados a ver en nuestras montañas.

Todos sabemos la cantidad de esfuerzo que supone construir y mantener un refugio de montaña, y también conocemos el impacto que genera en el entorno. Esa es la razón de que en nuestras montañas estas infraestructuras sean más o menos públicas, y su gestión sujeta a una serie de regulaciones. A nadie se le ocurriría dejar en manos de la oferta y la demanda la construcción y gestión de refugios, sin ningún tipo de planificación.

Aquí, en las laderas del Huayna, se han levantado 5  refugios, 6 si contamos el que está a pie de carretera, aparentemente privados y mal avenidos, pues compiten entre sí…

El cuarto refugio está abierto y guardado, pero no es el nuestro. El último es octogonal, y pintado de rojo, pero tampoco hay nadie. A todo esto, estamos empezando a preocuparnos y mosquearnos. No tenemos aislante ni funda de vivac. No podemos vivaquear. Hay que joderse. ¡A ver si nos vemos obligados a bajar y no podemos intentar la montaña!

Imagino que todos pensamos lo mismo, pero aun no nos atrevemos a verbalizarlo. En cualquier caso, está claro que la tensión monta… En un momento dado, Axi salta y se lía a gritar, Aitzol le contesta y se enzarzan. Txingu y yo nos miramos, no entendemos nada, no sabemos de qué va la bronca, que es corta pero intensa. Axi desaparece y se va para abajo, Aitzol le sigue.

Mientras, hablamos con Fredi, el guarda del refugio abierto. Nos dice que se le conoce como la Casa Blanca, o refugio Anselme Baud, y está gestionado por la Asociación de guías. De primeras no quiere saber nada de nosotros, al parecer para evitar líos con los dueños de los otros refugios, que haberlos ya los ha tenido. Tras bastante insistir accede a dejarnos instalar, a 80 Bs cada uno. Le garantizamos que dejaremos muy claro a Dominga que son ella y Adrian quienes nos han fallado, y que Fredi no ha hecho más que sacarnos del apuro, como ha sido en realidad. Se ve que hay mal rollo.

Por lo demás, el refugio está bien organizado y mantenido, nada que ver con el del Condoriri. Fredi sube cada mañana y está varias horas adecentándolo. El agua está acumulada en una serie de bidones junto al refu, pero ignoro como los llenarán, pues no se ve ni rastro de mangueras.

Fredi ha terminado su tarea y nos deja solos en el refugio, pero enseguida aparecen grupos de montañeros. Por suerte, la tarde será tranquila y apacible. Axi y Aitzol regresan, las aguas parecen haberse calmado. Siguen llegando grupos, y finalmente el refugio se llena. Parecemos ser los únicos que suben sin guía, pero en general, guías y cocineros/as son afables y nos tratan bien. A algunos los conocemos del Condoriri. Preparan auténticas comilonas para sus clientes, y luego comparten con nosotros las abundantes sobras, o el agua hirviendo.

Al sol aun hace calor, pero a la sombra caen las temperaturas. Estamos a 5270 m. El acceso al glaciar está a solo 200 m. Enseguida, la mole vítrea gana inclinación y complejidad, se alarga y ensancha hasta que uno de sus extremos culmina en un hermoso lienzo níveo, la cara este de la cima S del Huayna.

Hablamos con este y con aquel, una pareja catalana que ha estado de trekking por el Condoriri, un par de colombianos que resultan ser militares, y vienen sin aclimatación, confiados en la coca y en las noches pasadas en La Paz. En el glaciar, algunos guías enseñan a  cramponear a sus clientes.

Aquí se cena temprano, y apenas oscurece todo el mundo se va al catre, a eso de las 19:00. Pues el plan es despertarse a las 00:30 o 01:00, partir una hora después, y llegar a la cima al amanecer. Seguimos sin entender esa estrategia. Seremos los últimos en levantarnos, y así desayunaremos y nos prepararemos tranquilamente, cuando los demás se hayan ido. Por lo pronto, vamos a los sacos de dormir mientras se escuchan los primeros ronquidos, y algún guía explica a sus clientes guiris cómo funciona la frontal…

Patxi Aiaratik

 

Pracicando en el glaciar.



El Illimani, centinela de La Paz








Ref Anselme Baud






Otro refugio cerrado

¿Dónde está Adrian?

Un refu rojo. ¿Será el nuestro?







Descargando la furgo


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