sábado, 15 de abril de 2023

OTOÑO FUGAZ Montes de Riaño, noviembre del 22



Peñas Pintas, tercer largo, 6a

 

OTOÑO FUGAZ

Montes de Riaño, noviembre del 22


 

En la cima del Gilbo
 

Tras un verano interminable, los fastos de otoño se muestran esquivos y refulgentes, cual si de raras gemas se tratara. En poco más de un mes, la primera nevada se adueñará de la alta montaña. Pero mientras, es tiempo de esplendor y gloria en hayedos y robledales, y aprovechando el “verano indio” una vez más en compañía de Txingu reemprendemos nuestra particular marcha hacia el Salvaje Oeste. Por esta vez, la meteo está de nuestra parte.

He de confesar que estas escapadas hacia la Cordillera Cantábrica no son para mí  simples salidas a la montaña como tantas otras, a patear o a escalar. Regresamos a los Montes Cantábricos una y otra vez en busca de una atmósfera peculiar y propia, un carácter como de otra época que permea tanto bosques, prados y roquedos como invernales, parroquias y paisanos. Es difícil definir en qué consiste esta esencia, pero mis sensaciones son parecidas a las que hace más de 40 años experimentaba cuando me iniciaba con Juan en la exploración de las paredes de Aralar, en busca del Monolito de Anduitz, por ejemplo. No se trata de añoranza de la juventud, más bien es la certeza de que hay lugares en los que el tiempo sigue su curso, mientras que en otros parece haberse detenido.

Esta vez serán los montes de Riaño los que nos mostrarán algunos de sus secretos. Los arkupes de la pequeña iglesia de Horcadas nos ofrecerán un techo tan acogedor que nos costará despedirnos tras tres noches en el lugar. Allí “recibiremos” a los vecinos, que al final de la tarde suben a contemplar el horizonte, y tendremos un par de agradables conversaciones

Una marcha de ensueño entre la niebla, a través de un añoso robledal cuajado de líquenes. Más arriba, en los prados luce el sol, pero retazos de bruma se aferran a los recovecos del bosque que desde aquí parece estirarse hasta el infinito. Y justo enfrente, la cara Sur del Gilbo, 1647 m, centelleante en su blancura de caliza.

La vía “Meigas” recorre 200 m en cinco largos, para terminar justo bajo la cima. Arranca por un bonito y evidente diedro vertical, V grado protegido por dos pitones que no se ven desde la base. Encontraremos en la vía otros dos parabolts en el 2º largo, el más difícil, con bonitos pasos de 6ª bien protegidos, y poco más. El carácter austero del equipamiento es parte del encanto de estos lares.

La jornada siguiente nos encuentra medio perdidos en el hayal que se extiende entre la aldea de Salamón y la inmensa cara Sur de Peñas Pintas (1988 m). Siguiendo vagas sendas e hitos esporádicos, pasamos “bañeras” de jabalíes y espantamos un par de ciervos. La cara S es compleja y extensa, nos cuesta orientarnos y ascendemos demasiado. Está claro que la pared no recibe muchas visitas, y no será por falta de roca o potencial…

“Locos por la cordillera” no es una vía especialmente estética ni mantenida, es más bien un viaje en un entorno agreste y salvaje, donde ningún seguro fijo (ni rastro de los dos clavos que menciona Adrados en su guía) viene a quebrar la magia de la aventura. Tras un zócalo sencillo que superamos en dos largos con reuniones en árboles, llegamos a la parte más vertical de la vía. Una hermosa laja-bavaresa (V sup) da paso a un diedro más duro del que se sale por un paso delicado a la izquierda (6ª). Un bonito largo con una sección un tanto picante, pero bien protegible. El diedro de inicio del 4º largo también se las trae, pero luego iremos encadenando largos ensembles hasta llegar a la cima de una punta en la arista, tras 350 m de recorrido.

La cima está lejos, pero como hay tiempo y estamos disfrutando, recogemos los trastos y con la mochila en ristre continuamos hasta la cumbre. Bueno, en realidad hasta la cima Oeste, pues en realidad Peñas Pintas forma una larguísima cresta que llega hasta el pantano tras marcar al menos tres cumbres. Una vez más, al igual que ayer, la visión de la cordillera infinita nos llena de proyectos. Aun queda tanto por patear y por conocer…

Esta vez descendemos por la otra vertiente de la montaña, siguiendo una canal herbosa a tramos verticalilla, que nos conduce a los rasos de un collado, y luego a la pista hacia Salamón. La dulzura de las temperaturas tiene al hayedo desconcertado. Los árboles aun no han perdido la hoja, algunos aun lucen su librea verde, mientras otros se muestran rojizos e incluso rubios.

Una última jornada haciendo deportiva en Fuentes de Peñacorada. No es que como escuela valga demasiado la pena, pero en realidad la escalada es una excusa para el viaje, un pretexto para el conocimiento…                                       

Gilbo, (1647 m) cara S, vía Meigas, 200 m, cinco largos, V sup-6ª-III-IV-V

Peñas Pintas (1988 m) cara S, Locos por la cordillera, 350 m, un largo de 6ª y otro de V, el resto, III-IV

Patxi Aiaratik

 




Cara S del Gilbo

Gilbo, primer largo, V sup?


Gilbo, 5º largo, V







Gilbo, cara Sur


Peñas Pintas





Peñas Pintas, primera reunión

Peñas Pintas, 2º largo




Peñas Pintas, 4º largo, V duro...




Peñas Pintas, largos ensembles espectaculares



La cima de Peñas Pintas, aun lejos








Salamón, últimas luces sobre Peñas Pintas










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