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| Cilindro de Marboré |
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| Hacia Góriz |
EL VERANO DE LAS GRANDES CABALGADAS 7
Fuera de lugar. Góriz.
Ordesa. Hermosos lienzos de roca que asoman sobre el hayedo-abetal. Paredes exigentes, vertiginosas, intimidantes. Cuando uno va justo de grado, como siempre ha sido mi caso, uno tiene que obligarse un poco para decidirse a ir. Pero al salir de la pared y hallarse de repente en la esos prados alpinos cuajados de edelweiss, con el cañón a los pies, la sensación de maravilla es inenarrable.
Hace ya años que no me agarro a sus presas, y la verdad, no sé si volveré a hacerlo. Pero es agradable contemplar las paredes, el Tozal, el Gallinero, el Libro Abierto, la Fraucata, y recordar esas jornadas de intensidad y amistad.
Volvemos a Ordesa, Juan y yo, pero esta vez nuestro objetivo es más lejano, está más alto, es más confidencial.
………………
Nunca había estado en Góriz. Puede parecer extraño, pero es así.
A primeros de agosto surge de nuevo la ocasión de pasar unos días en el Piri, esta vez con la Montaner-Bescós al Cilindro en el punto de mira. Obviamente, nos planteamos la aproximación desde Góriz, ese enclave que durante tantas décadas había evitado.
Visitar Torla y Ordesa en agosto puede ser desesperante, más aun en mitad de la enésima ola de calor. En el pueblo no cabe un alfiler, todas las cunetas libres hasta el Puente de los Navarros están llenas de coches, y aparentemente Policía y Guardia Civil, desbordados, han renunciado a poner multas a los coches mal aparcados.
Sabíamos ya de la obligatoriedad de subir en bus hasta la Pradera, y de la prohibición de vivaquear a menos de 2000 m. Pero eso era antes. Salseando en internet en casa antes de partir, descubro que en estos momentos está prohibido vivaquear en toda la superficie del Parque. La única opción es hacerlo junto al refugio de Góriz. Para ello hay que reservar plaza con antelación por internet, y hay un máximo de 50 plazas (que no tiendas) Además, hay que pagar 11´20 € por persona por extender el aislante y el saco…
El Parque Nacional de Ordesa es un ejemplo paradigmático de cómo las mejores intenciones se ven distorsionadas y mediatizadas por el capitalismos y la masificación estimulada por las redes sociales. Un parque que pese a suponer el máximo grado de protección posible, no ha sido capaz de evitar la extinción o el declive de especies emblemáticas. Una gestión aparentemente más interesada en el turismo que en regular actividades discutibles pero que generan lucro, como los taxis que ascienden hasta casi los 2000 m… Que primero facilita el acceso masivo y luego pretende regularlo y limitarlo, haciendo caja, por supuesto. En lo que al alpinismo y la escalada se refiere, por más histórica y tradicional que sea esta actividad, según qué y dónde quieras escalar, tendrás que pasar a modo clandestino.
………………
Ya es media tarde cuando el autobús nos conduce hacia la Pradera (1320 m). A esta hora ya sube poca gente, y el chofer tiene ganas de hablar… Nos informa del tope de 1800 personas simultáneas en la Pradera, echa pestes sobre los ”activistas” que serraron las clavijas de Cotatuero, y nos habla del americano desaparecido que andan buscando desde hace días. Debe ser de familia de posibles, pues después de varios días de búsqueda han empezado a peinar la zona otra vez, esta vez los militares. Parece ser que hay helicópteros y patrullas, así que nos será más difícil pasar desapercibidos. Como ya sabemos que no hay plazas, la idea es vivaquear ocultos.
La visión del Tozal desde la pradera, sobresaliendo airosa sobre el verdor del bosque, es maravillosa, como siempre. A esta hora tardía nos cruzamos con gente que desciende, pero podemos patear con bastante tranquilidad. Eso sí, el paso de miríadas de senderistas y turistas deja huella. El suelo de la pista está tan pisoteado que ya no es tierra, se ha convertido en un polvo finísimo cual arena de playa que no solo cubre el camino sino que se extiende metro y medio a ambos lados cubriendo plantas y árboles.
Es un poco triste el aspecto de esta pista polvorienta y sin bichejos. En fin, es de esperar que alejándote unas decenas de metros del camino la vida silvestre vuelva a la normalidad. Pero desde luego este no es lugar más apropiado para un naturalista, ni para un amante de los espacios salvajes… al menos en agosto. Afortunadamente, según te alejas del parking y pasadas las gradas de Soaso, salimos del bosque, y la belleza del cañón logra distraernos de nuestras sombrías meditaciones. Nada mejor que la distancia y el esfuerzo para preservar la belleza.
Llegamos por fin a la Cola de Caballo(1760 m). A partir de aquí el desnivel se hará notar, así como el peso de la mochila. Nos cruzamos con algún grupo que baja, y nos llama la atención el encontrar a una madrileña que viene desde el Mediterráneo siguiendo el GR 11. Esta mañana ha salido de Pineta, y tras subir al col de Añisclo ha llegado a Góriz hace un rato con la intención de vivaquear allí. Para encontrarse con que no hay plazas, y la alternativa que le plantean es bajar hasta… ¿Torla? ¿El camping de Bujaruelo? Poco después, nos encontramos con dos chicas guiris que nos comentan lo mismo. Parece ser que Góriz no es un lugar demasiado “friendly” con los trekkers. Si un refugio no es capaz de ofrecer hospitalidad a gente que llega de casa-dios y no tiene por qué conocer las prohibiciones, pues estamos bien.
En nuestro caso, cuando estamos casi a la vista del refugio nos desviamos para ocultarnos en una especie de vaguada protegida. Más vale ser discretos, teniendo en cuenta que el helicóptero de la UME andaba por aquí hace una hora. Son las 20:30, y el cansancio se nota. Esta vez, para escalar en el Cilindro, llevamos dos cuerdas y bastante más material que en nuestras anteriores cabalgadas por Estós-Portillon.
Cenamos y montamos el vivac. No hay agua en los alrededores, la montaña se ve bastante seca. Menos mal que aun quedaba algo en las cantimploras, pero hay que racionar. La noche será agradable y cálida. Como clandestinos que somos hoy no podré usar la frontal para leer. La verdad, tener que andar así a estas alturas, es un rollo.
…………………
Amanece. La jornada será larga. Lo suyo sería madrugar y ponernos en marcha a las 7:00 como muy tarde. Pero yo estoy bastante neura con lo de las prohibiciones. El primer autobús sale de Torla a las 6:00, si queremos que parezca creíble que no hemos vivaqueado no podemos aparecer por el refugio antes de las 9:00.
Así lo hacemos. Cuando vemos pasar al primer runner que sube desde la pradera nos ponemos en marcha. En 10 min estamos en Góriz. Hay suerte, hay plazas libres para vivaquear. Pagaremos con la tarjeta. Anotan nuestro DNI y nos dan una factura para cada uno. Importante, nos dicen. A veces suben los guardas del Parque a visitar los vivacs, y si no tienes la factura cae la multa. Nos dan a cada uno una ficha para la ducha y una llave para una taquilla. Reorganizamos los trastos. La mochila de porteo y el material de vivac quedan en la taquilla. Continuaremos cada uno con su mochilita de ataque y el material de escalada.
En teoría, las normas son restrictivas. Hay que desmontar el vivac para las 8:00, y no se le puede instalar hasta las 19:00. Pero en realidad, veremos que no hay mucho control. A los guardas del refugio les es indiferente el horario, o el número de gente vivaqueando. Bastante curro tienen como para andar controlándolo… Ellos van a lo suyo. Así que parece sencillo vivaquear incluso junto al refugio sin registrarse… Siempre que los guardas del Parque no aparezcan.
Por lo demás, el refugio está petado. Mucha, mucha gente que se dirige invariablemente hacia el Monte Perdido a todas horas, a la mañana, a la tarde, incluso a punto de oscurecer. El trato en el refugio es cordial, pero la verdad, creo que nos sentimos un poco ajenos, un poco marcianos entre tanta gente que parece estar a otras cosas.
La mayor parte de los alojados no tiene pinta de montañero ni senderista, son “runners” con sus chalecos y sus calcetines de compresión… En las conversaciones se oye más de carreras y maratones que de montañas. Afortunadamente también aparecen algunas familias, locales y extranjeras, sin más pretensiones que enseñar a sus críos la belleza de las montañas. Escasean las mochilas, en realidad. Y mucha gente llega desde la Pradera al trote con idea de subir al Perdido y bajar en el día.
A eso de las 10:00 de la mañana, nos sumamos a la prolongada serpiente multicolor que se estira desde Góriz en dirección al Perdido.
Patxi Aiaratik

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