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Pequeño Alpamayo |
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En la arista de la normal |
EN TIERRAS DEL CONDOR 2
Tarija y Pequeño Alpamayo
El despertador suena a las 6:30. 5ºC bajo cero. Pronto amanecerá. A eso de las 7:30, ya con luz, nos ponemos en marcha.
Las costumbres de los guías locales nos parecen desconcertantes. Se despiertan a las dos o tres de la madrugada y realizan a oscuras la mayor parte de la actividad. No entendemos la lógica de esta decisión. La montaña está muy seca, los glaciares son puro hielo y la nieve no aparece hasta cerca de los 5000 m. Puestos a atravesar un glaciar, mejor hacerlo con buena visibilidad, sobre todo teniendo en cuenta que no hay puentes de nieve que puedan desmoronarse. Estamos en invierno, y no hay grandes variaciones de temperatura que justifiquen la marcha nocturna.
En cosa de 45 min remontamos un valle que suavemente nos conduce al glaciar de Tarija. Es este un glaciar descomunal, nada que ver con los glaciares pirenaicos e incluso alpinos, a excepción de la Mer de Glace. El glaciar de la Charpoua, por poner un ejemplo, es una birria en comparación.
Por suerte el glaciar se muestra noble. Una hermosa lengua de hielo azul-blanquecino que deja toda posible trampa bien a la vista. El acceso desde la morrena es cómodo, y las grietas que aparecen son fácilmente esquivables. Así que progresamos desencordados, con crampones y bastones al principio, y con el piolet más tarde al aumentar la pendiente, que en algún tramo se acerca a los 40º. La verdad es que sería difícil autodetenerse en caso de resbalón.
A eso de los 4900 ó 5000 m aparece la nieve sobre el glaciar, helada y transformada, y en ella un atisbo de huella. Cruzamos un par de grietas por puentes de aspecto sólido, y por fin la pendiente remite al llegar a una especie de hombro, donde nos reagrupamos. El campo de visión se enriquece: más relieves y cimas desconocidas. Ni que decir tiene que llego el último…
Toca ahora una rampa más empinada, de 40º-45º, surcada por penitentes esculpidos por el viento en la nieve helada. Es un coñazo sortear estas crestas de medio metro de altura entre las que no entra la bota, y que a veces se rompen cuando las pisas, haciéndote perder el equilibrio si no es que te golpeas en la espinilla. Pero pronto quedan atrás. Poco más arriba llegamos al límite superior del glaciar, en una cresta de roca a la que es fácil acceder. El punto culminante de la arista es el Pico Tarija (5240 m)
Se va notando la fatiga, pero marchando a ritmo regular aun hay bastante margen. Eso sí, mi ritmo es el más lento del grupo. Apenas me quito la mochila para picar algo, ya mis compañeros están de nuevo en marcha. En fin, habrá que acostumbrarse.
Ya en la cresta cimera se nos ha aparecido por fin la pirámide del Pequeño Alpamayo. Se ve preciosa, aunque distinta a la imagen tantas veces contemplada en las guías. En julio ya no luce inmaculada como una pirámide blanca. Su estética arista que se estiraba hasta la cima se estrella contra una barra rocosa que habrá que bordear. Fantaseábamos con la posibilidad de asomarnos a la Directísima, pero la falta de nieve deja al descubierto unos muros verticales de roca y hielo negro, en lugar de la rampa uniforme a 70º que esperábamos. Más tarde nos comentarán guías locales que el verano hace años que dejó de ser la época óptima para el alpinismo. Ahora es en mayo y comienzos de junio cuando la montaña luce más bella y nevada.
Desde la cima de Tarija tenemos que destrepar unos 80 ó 100 m con algún paso de III, así que nos quitamos los crampones. Nos cruzamos con dos cordadas que vuelven del Pequeño Alpamayo. En una de ellas, tres de los argentinos, dos chicos y la única chica, nos indican que han equipado un abalakov para facilitar el descenso. De hecho, ahora mismo un tercer equipo está instalando el rappel.
Tras el destrepe y una sección horizontal más cómoda, de nuevo pisamos hielo y nieve helada, y nos calzamos los crampones. Otro murito de penitentes, y ya tenemos la estética y afilada arista a la vista. El terreno se ve cómodo, hay huella hecha aunque a veces asoma el hielo. Al final, las cuerdas quedarán en las mochilas. Recorremos la arista cosa de 80 o 100 m, pero al final hay que abandonarla, pues ya no llega hasta la cima. Tendrá unos 45º de inclinación, tal vez 50º en algún tramo. Dejando las mochilas en unos bloques, superamos cada uno a su ritmo los últimos metros. Una trepada de 3 ó 4 m de III, y luego terreno ya más cómodo hasta el punto culminante del Pequeño Alpamayo (5410 m). Son las 12:30 h.
Contemplamos embelesados el mundo mineral que nos rodea, donde destaca, relativamente próximo, el Huaina Potosí. A nuestro alrededor parece cambiar el tiempo, sopla el viento y desde la vertiente opuesta se elevan nubes oscuras que nos rodean. Mejor no demorarse y regresar.
Desandamos camino hasta la instalación de rappel, a la que añadimos un maillón. ¡Hay que colaborar! Más tarde volvemos a quitarnos los crampones para subir por roca los 100 m de trepada que nos vuelven a separar del Pico Tarija, y aquí sí que se hace patente el cansancio, o la altura, o la mezcla de ambos. Uff! Por suerte, ahora es todo cuesta abajo… A las 14:00 iniciamos el descenso del glaciar..
Al parecer, no soy el único en sentir la falta de aclimatación. Poco a poco, los jóvenes del grupo, Axi y Aitzol, irán quedándose atrás. Txingu y yo bajamos relativamente rápidos, concentrados para no resbalar, y al finalizar el glaciar esperamos a los compañeros. El último tramo hasta la tienda, ese suave descenso por buena senda, se me hará interminable y agotador… Pero finalmente , a eso de las 16 h, estamos todos felices y despatarrados junto a las tiendas. Han sido algo más de 8 h de actividad y unos 800 m de desnivel. No es gran cosa, en realidad, y sin embargo la sensación de agotamiento es brutal, totalmente desproporcionada. Está claro que aún nos falta aclimatación. Por lo pronto, nos hemos ganado una merecida siesta…
La tarde está llegando a su fin cuando salgo de la tienda. Antes de acercarnos al refugio a preparar la cena, escuchamos el parte de bajas: Txingu y Aitzol presentan unas hermosas rozaduras en los dedos de los pies, en fin, nada que no pueda tratarse con desinfectante y Compeed. ¿Y los planes para mañana? Lo único claro es que no estamos como para ascender al Condoriri. La Cabeza del Condor tendrá que esperar.
Por otro lado, no somos los únicos damnificados. De entre el grupo de argentinos, la chica ayer tan charlatana ya ni dará señales de vida, no saldrá de la tienda de puro agotamiento. Los dos chicos que subieron con nosotros eran Ramiro, de 35 años, residente en Ushuaia, y Luca, jovencito de veintipocos de Buenos Aires. Ayer Luca ya andaba un tanto mareado, y tras pasar el día haciendo prácticas por el glaciar de Tarija, esta noche tendrá que tomarse una pastilla de Dexametasona. Por pequeñas que parezcan, estas montañitas de 5000 m pueden darte una buena paliza.
Por lo demás, y aparte el cansancio, la jornada me ha dejado muy buen punto. Ha sido una bella actividad para estrenarnos, y tengo la sensación de que la hemos realizado con relativa rapidez y en total seguridad. Cuando estemos del todo aclimatados, la forma física no será un problema.
Mañana será otro día en las tierras del Condor…
Tarija y Pequeño Alpamayo. Ascensión glaciar y arista, max 50º AD inf?
Patxi Aiaratik
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La vizcacha |
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Rappel de abalakov |
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Últimos metros |
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Arista a la vista. ¿Con o sin cuerda? |
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El destrepe entre Tarija y Pequeño Alpamayo |
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En los penitentes |
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Glaciar de Tarija |
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Amanecer en el Condoriri |