viernes, 7 de marzo de 2025

ESPERANDO AL INVIERNO 2

 

 


Así se nos veía desde Sendero Límite

ESPERANDO AL INVIERNO 2

Peña Rueba, Carnicraba.

Casi dos meses después, estamos de nuevo en Murillo, acompañados por Txingu. Pero esta vez con la idea de escalar al otro lado del Gállego, en Peña Rueba. En 2019 Arturo Santolaria, “Super Maño”, antiguo conocido, abrió con otros compañeros una vía en el Mallo Estrella que tenía muy buena pinta, “Carnicraba”. Han pasado unos cuantos años, pero aquí estamos por fin, en la base de la vía, junto a la archiconocida y repetida Sendero Límite.

Resulta ser de las mejores vías que hemos escalado a este lado del río, y de las más duras también…  El conglomerado aquí es un poco diferente del de Riglos. No es tan vertical, no suele haber tantos desplomes de bolo grande, y las presas suelen ser más pequeñas. Pero Cornicraba sigue una elegante línea por lo más vertical del mallo, con un ambiente que no desmerece del de Riglos. Las dificultades se concentran en los últimos largos que ofrecen una escalada en placa muy mantenida pero sin pasos explosivos, en la que nos desenvolvemos bastante bien. El 5º largo, el más duro, recorre un paño de roca con secciones donde alguna presa aún se mueve. De hecho Juan tendrá un pequeño vuelo al salirse un canto. Por ello en este largo los seguros están relativamente próximos, así que acerar no es problema.

Terminamos la vía más que satisfechos por el estilo y la dificultad del recorrido. Luego en casa, mirando los croquis, descubro que también Pandemia lleva la firma del Supermaño. Un par de buenas vías donde parece que ya no hay espacio para más…

Carnicraba, 300 m, 6b+/6c, 6ª obl, 7 largos.

Patxi Aiaratik

Argazkiak okerreko ordenan... Las fotos en orden inverso.

 

















miércoles, 19 de febrero de 2025

ESPERANDO AL INVIERNO: Pandemia, Mallo Cuchillo

 

 

Empezando el 5º largo, 6c


ESPERANDO AL INVIERNO: Pandemia

Otra vez en Riglos. La verdad, no es que la escalada riglera sea mi favorita. Esas panzas atléticas, esos muros desplomados, esas salidas precarias a baumas sin presas netas… Pero a veces el tiempo no deja más alternativas. Así que aquí estamos de nuevo a mediados de octubre de este otoño lluvioso. A ver cómo ha quedado eso del parking de pago. La verdad es que es un poco triste el contraste con nuestros años salvajes, vivaqueando en cualquier txoko tras echar un pote en el bar de la madre de Toño, aquella vieja tasca entre callejuelas. Pero tampoco es malo que el pueblo saque algo de beneficio. La verdad es que somos demasiados.

Pasamos junto a la iglesia y nos acercamos a las paredes. Y de nuevo caigo bajo el embrujo del lugar. Hoy vamos al Mallo Cuchillo. Juan tiene pendiente “Pandemia”, que yo recorrí hace dos o tres años con Javi Elales. Los dos estábamos de resaca (él más que yo, todo hay que decirlo) tras una cena-caracolada en Huesca. Hacía poco de su apertura, y aun había muchas presas que se movían, sobre todo en el 5º largo, el más duro. Por lo menos, y quizás por ello, los seguros estaban algo más cerca de lo habitual.

Como ya me conozco la vía, le cedo a Juan los largo más duros (lo mismo hice con Javi, je je). Juan no defrauda, y exceptuando un paso al final del primer largo (6b+) se saca toda la vía en libre, incluyendo el intimidante 5º largo, con su arranque más que técnico y su salida super bestia. (6c). Yo he estado enfermo los días previos, y me doy por satisfecho con tres A0 y un vuelo en un 6b.

Por lo demás, la roca ya está totalmente saneada, y la vía ha quedado muy bien. Yo diría que no es tan txula como las súper-clásicas, pero Riglos es Riglos. Una geología y un paisaje tan singular como fantástico, gracias a los cuales una jornada de escalada tiene siempre mucho de contemplación. Tras rapelar el Cuchillo, volvemos a las callejas del pueblo, que parecen acurrucarse al amparo de los Mallos. El atardecer una vez más tiñe de rojo las paredes… Definitivamente, Riglos es un lugar de belleza, de belleza y de poder.

Pandemia, Mallo Cuchillo, 230 m, 6 l, 6c, 6ª obl.

Patxi Aiaratik

 













domingo, 26 de enero de 2025

VERANO EN CHAMONIX 8 Epílogo

 

 

VERANO EN CHAMONIX 8

Epílogo

 

Curiosa mañana, a 3350 m de altitud. Una tienda sobre el glaciar. A unas decenas de metros asoma un pitón rocoso separado del glaciar por una rimaya. Por el hueco entre el hielo y la roca, se ve y se oye el agua al manar. De hecho, ha estado manando toda la noche. Triste el destino de estos glaciares, y tristes nosotros que asistiremos a ello, aunque podemos darnos por afortunados por haberlos vivido antes de su acelerado declive.

No hemos madrugado. Aunque sin llegar a helar (la isoterma 0º está por las nubes) la nieve se ha endurecido por el frío matinal. Nos ponemos en marcha hacia la Punta Adolphe Rey.

Superamos el colladito e iniciamos el descenso que conduce a la confluencia entre el Glaciar du Géant y la Mer de Glace. La huella está hecha, no hay más que seguirla. Desde aquí el plató glaciar se ve inmenso, se diría que indestructible. A nuestra espalda la airosa silueta del Dent du Géant, cuya vista nos hace sonreir. Pero nuestra mirada se centra en los satélites del Tacul, hacia los que nos acercamos.

Toca ahora atravesar un extenso campo de grietas. Las hay hermosas, de dos o tres metros de ancho, atravesadas por puentes de nieve que a esta hora y a la sombra parecen sólidos. No dan mal punto, pero pasamos con precaución. Poco después el terreno se fractura más, pero acertamos a hallar un camino, cómodo y relativamente seguro. Las grietas quedan atrás, y por encima nuestro asoma la Punta Adolphe Rey.

Es una elegante pirámide de granito rojizo que se eleva unos 300 m sobre el glaciar. A simple vista se aprecian las debilidades de la muralla, por donde discurre la vía abierta por Salluard y Busi en 1951.

Por si tuviéramos dudas con el itinerario, casi en cada largo unos puntos de colores jalonan el recorrido: hay bastantes cordadas. La vía recibe muy pronto los rayos del sol. Damos un pequeño rodeo por nieve helada para acercarnos a la base de la vía. Un par de cordadas más esperan su turno. Y por desgracia, la cordada que acaba de entrar avanza a un ritmo desesperadamente lento en este zócalo de III.

Nos lo tomamos con calma, picamos y bebemos algo. Volvemos a ojear la ruta, la cordada del primer largo sigue atascada. Nos miramos, y no nos cuesta mucho ponernos de acuerdo. Nos damos la vuelta.

Es una pena. La vía se ve bonita y asequible, 6 ó 7 largos de V con uno de Vsup/6ª. En fin, otra vez será.

Iniciamos el regreso, yo por delante, y donde menos nos lo esperamos salta la liebre. Papila grita, y al darme la vuelta le veo hundido hasta la cintura donde nada parecía indicar la presencia de una grieta. Uff!

El regreso por el campo de grietas es mucho más tenso que hace un rato. Ahora el sol calienta de lo lindo, y la nieve se ha reblandecido. Los puentes de nieve que hay que atravesar nos parecen más que dudosos. Intentamos levitar. La verdad, no creo que falte mucho para que este campo de grietas se convierta en impracticable.

Finalmente llegamos a la tienda. Y yo descubro que las suelas de mis botas están a punto de desintegrarse… Mis viejas Nepal Top que tan buenos servicios me han rendido. Es tiempo de regresar.

Unas horas después estamos de vuelta en el valle, duchados y afeitados. Papila aun se quedará unos días por aquí para escalar con su hija. Para mí ya es hora de regresar. Y así termina otro verano en Chamonix, con sus periódicas olas de calor, plagado de batallitas y de encuentros, y con alguna buena vía para el cuentakilómetros… Que no sea el último.

 

Patxi Aiaratik






















Hacia la Punta Adolphe Rey








 

ESPERANDO AL INVIERNO 2

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